Independiente, mancomunado al éxito desde su fundación, sufrió hoy un durísimo golpe con su primer descenso a la segunda categoría, que resignifca el tradicional canto de “orgullo nacional” popularizado por su masiva hinchada.
Un extenso proceso de vaciamiento institucional repercute hoy en su forma más cruel con una realidad deportiva que mancilla su gloriosa historia de 108 años.
El “Rojo” de Avellaneda construyó desde 1905, siete años después de su desembarco en los torneos de primera división, un prodigioso currículum en el fútbol argentino, que lo postuló como entidad modelo en lo social y especialmente en lo deportivo.
Dos títulos en el amateurismo y 16 en el profesionalismo hicieron de su vitrina una de las más pobladas en el ámbito doméstico, donde figuras de la talla de Arsenio Erico (máximo goleador del fútbol argentino) y Ricardo Bochini, por citar sólo dos de las innumerables, dotaron de prestigio a su camiseta.
En el plano internacional, Independiente fue pionero y forjó merecidamente su mote de “Rey de Copas” con siete Libertadores, tres Interamericanas, dos Intercontinentales, dos Supercopas, una Recopa y una Sudamericana, su última alegría hace tres años.
Curiosamente, mientras se gestaba aquella conquista, con Antonio Mohamed como entrenador, germinaba en Independiente el cáncer institucional que desembocó hoy en su peor momento futbolístico.
En rigor, las condiciones para la enfermedad se iniciaron silenciosamente un lustro antes con la llegada a la presidencia de Julio Comparada, un empresario de seguros y el rubro inmobiliario, que se impuso con el 55 por ciento.
Ajeno al mundo del fútbol, entrelazado con la burocracia sindical y connivente con las mafias del fútbol, el dirigente de “Nueva Generación Roja”, que fue reelecto en 2008, lideró un fenomenal desguace de club que se instaló en el discurso públicó ya con el hecho consumado, en el final de su segunda gestión de tres años.
Comparada, procesado como partícipe de una estafa al PAMI durante 2011, vendió joyas de las inferiores en cifras inéditas para la historia del club, se embarcó en un oscuro proyecto financiero para la construcción del nuevo estadio “Libertadores de América” y entregó el club con un pasivo cercano a los 200 millones y apenas 84 mil pesos en la caja.
Durante su período de gobierno, Independiente cobró 46 millones de euros solamente por la transferencia de tres jugadores: Sergio “Kun” Agüero (28), Oscar Ustari (10) y Germán Denis (8).
Al momento de derrumbar la “Doble Visera”, estadio testigo de infinidad de momentos gloriosos, Comparada prometió una cancha nueva y moderna por 10 millones de dólares.
Aún hoy, con la obra incompleta desde su reinauguración en diciembre de 2009, no se sabe cuánto costó proyecto. Según el oficialismo de entonces, la previsión inicial se disparó por la suba de los costos de construcción y pudo llegar hasta los 35 millones de dólares.
Frente a semejante descalabro económico e institucional, en un club tomado por la barrabrava, que hasta echó a un DT en un vestuario con la aprobación de Comparada, llegó Javier Cantero, un hombre con buenas intenciones y poca experiencia en el ambiente.
Ganó con el 60 por ciento de los votos en una elección récord con la participación de 11.685 socios en diciembre de 2011. Conciente de la gravedad del presente deportivo, Cantero se concentró primero en el ordenamiento de las cuentas para bajar un déficit de 600 mil dólares mensuales y la expulsión de la barrabrava, un virus diseminado por todos los ámbitos.
Su espíritu quijotesco, acaso, lo distrajo para la toma de decisiones inherentes al fútbol porque mientras sanaba con paciencia al club, el equipo nunca paró de caer hasta llegar a una situación crítica.
Con menos de una temporada para revertirlo, ya habiendo agotado el recurso de apelar a un DT con la espalda de Américo Gallego, Cantero quedó encerrado en una realidad futbolística irreversible para la que también colaboró con la conformación de un plantel de refuerzos avejentados y jóvenes de poca jerarquía.
No hubo manera, entonces, de detener una debacle que depositó al equipo en el Nacional, un lugar del que seguramente sus hinchas, contradiciendo el histórico canto de tribuna, no se sientan orgullosos. (Télam)