Frente a frente, dos equipos pacientes. El calor que se suponía agobiante dejó paso a una tarde agradable. Sin excusas entonces, sin embargo Unión y Newell's aceleraron muy poco, casi nunca. Cuando lo hicieron dejaron todo en sensaciones de gol, más que en jugadas concretas de esas que levantan la tribuna. El equipo de Bidoglio tuvo más la pelota y contó con una situación de esas, pero el de Madelón al fin se quedó con las más claras en cantidad. Como dos de ellas, casi consecutivas, las tapó bárbaro Alan Aguerre. El arquero fue sin dudas el más destacado. En la monotonía de un trámite que se quedó siempre en amagues, el reparto estuvo bien al fin.
El empuje tatengue del inicio duró un suspiro. Con la complicidad de Nadalín, fuera de foco primero y entregando mal una salida fácil enseguida, Unión tuvo dos aproximaciones que auguraban mayores problemas para la defensa rojinegra. No fue así. Bastó que Maxi se animara con un remate de media distancia y que enseguida lo copiara Formica con otro más peligroso aún, para que rápidamente Newell's equilibrara los tantos, para que impusiera respeto. Eso le alcanzó para empezar a apagar rápido el empuje de su gente y para mostrar las cartas. Nada de
pressing alto, ni subidas por sorpresa de los laterales. Triangulación una y otra vez, pelota de un lado al otro hasta que apareciera un hueco o hasta que, extrañamente, se buscara a Oviedo con un pelotazo largo, algo que no parecía estar en el libreto. Extrañamente, el tridente veterano leproso delante de los dos pibes que corren como doble 5, sintonizó poco y nada. Aunque el Gato en el primer tiempo y Figueroa en el segundo, supieron hacer pesar su talento, la Fiera no enganchó casi nunca.
Como Unión rápidamente se dio cuenta que no tenía con qué, lo que siguió fue un trámite anodino. Recién cuando Cacciabue se animó a romper el molde y penetrar hacia los dominios de Nereo, Newell's volvió a intimidar. Pero sólo eso, porque nunca hubo final de jugada. Esa tendencia se mantuvo en gran parte del segundo tiempo, donde nuevamente impresionó mejor, con un remate franco desde la medialuna de un hasta ahí movedizo Formica, siempre empezando las jugadas con un Bíttolo mucho más importante para el inicio de jugada que para la marca. La prueba fue que enseguida llegó el centro más picante desde la izquierda de Unión y fue livianito para tapar al ingresado Ríos, al que sólo las manos de Aguerre y el estorbo de Figueroa le frenaron el camino el gol a los 22'.
Esa acción de Unión igual por entonces parecía fuera de lugar, porque desde aquel inicio de partido no había vuelto a inquietar a Newell's. Por eso el equipo de Bidoglio enseguida recogió el guante, tras una gran asistencia de Figueroa, un mejor centro de Insaurralde que había entrado por un desapercibido Oviedo, y la arremetida de Cacciabue, que la tiró solo arriba del travesaño.
Hasta ahí iban 1 a 1 en situaciones claras, pero diez minutos después otra vez Aguerre se la sacó a un muy bien ingresado Mazzola, y de la misma acción increíblemente Lotti la paró y la tiró a las nubes.
Newell's no se alteró por ese sacudón, no perdió la línea y siguió intentando con la misma receta de la paciencia, con un Rivero más criterioso en el quite y la distribución pero sin profundidad para llevarse un triunfo que siguió buscando pese a todo. Y más allá de la última imagen, la del tiro libre de Alexis Rodríguez bien resuelto por Nereo, el 0 a 0 fue justo lo que correspondió a un trámite sin imposiciones.