Gerardo Martino dejó una huella imborrable como entrenador de Newell’s y por diferentes circunstancias ningún otro técnico fue capaz de un desempeño que se le aproxime, ya sea por falta de condiciones, nivel de los futbolistas que dispuso y decisiones equivocadas de los dirigentes. Los ciclos de cada uno de los DT que sucedieron a Martino fueron de mediocres a pobres, con unas contadas excepciones, entre los que sobresale Diego Osella, durante el primer año de mandato de las actuales autoridades del club.
La convulsionada vida política de Newell’s en los últimos años, con elecciones que debieron anticiparse en 2016, y la paulatina fragmentación del oficialismo que se encuentra hoy a cargo del club, incidió con fuerza en el plano futbolístico, sin obviar la pesada deuda concursal heredada de la época de Eduardo López que condicionó las incorporaciones en los diferentes mercados de pases.
La clasificación en dos ocasiones a la Copa Sudamericana en el lapso de tres años fueron los pocos hechos gratificantes. La chatura se convirtió en una costumbre. Solo así se entiende que, tras la eliminación en la Sudamericana, Germán Burgos haya realizado un balance de su etapa en Newell’s y señalado que, a partir de los puntos conseguidos, “en cualquier liga del mundo estamos de mitad de tabla para arriba”. En otras circunstancias, en otra época, no se hubiese animado a decir algo así.
Es cierto también que Burgos, con un porcentaje de efectividad del 40 por ciento, llegó al club hace dos meses y medio, y no es ni el único ni el gran responsable de lo sucedido. Hay una serie de medidas que derivaron en resultados que mantienen a Newell’s lejos de cualquier mínima expectativa.
El declive futbolístico fue tras la gloria conquistada de la mano de Martino. Alfredo Berti heredó el plantel del Tata y parecía encaminado a un nuevo título, pero una derrota en el clásico con el recién ascendido Central frenó su paso seguro. Si bien finalizó a dos puntos del campeón San Lorenzo, el rumbo del equipo ingresó en una pendiente.
Motivos hubo varios para entender lo que sucedió. Se demoró más de lo aconsejable el recambio del plantel campeón. La designación de entrenadores ligados al club y sin trayectoria en primera no dio sus frutos, como fue con Gustavo Raggio y Lucas Bernardi. Tampoco el regreso de un histórico rojinegro, Américo Gallego.
La intolerancia de un sector de los hinchas no contribuyó en nada. Las derrotas en los clásicos expusieron un alto nivel de intransigencia. Un ejemplo fue la quema de cubiertas frente al domicilio del ex presidente Guillermo Lorente, apenas a un año de la vuelta olímpica en el torneo Final 2013.
Los resultados, en especial en los clásicos, derivaron en que se adelanten seis meses las elecciones, previstas por estatuto para diciembre de 2016. El Movimiento Rojinegro Querido ganó. El principal slogan con el que Eduardo Bermúdez accedió a la presidencia fue que era un hombre del fútbol, justamente la mayor preocupación del socio y el hincha.
La obra del “hijo rebelde”
El respaldo a la continuidad de Diego Osella fue un acierto, aunque la relación terminaría de la peor manera, con el DT renunciando y enojado con el dirigente, quien había señalado que el entrenador era su “hijo rebelde”. La campaña de Newell’s fue la mejor durante la actual conducción del club, con un noveno puesto que lo clasificó a la Sudamericana.
Con un estilo de juego distinto al de la raíz rojinegra, el equipo arriesgaba lo justo, era efectivo y no brillaba. La cuota de talento la aportaban Maxi Rodríguez, Ignacio Scocco y Mauro Formica.
El reclamo del plantel por la deuda salarial, la postura de Osella de respaldar a los jugadores y el enfrentamiento que mantuvo Bermúdez con ellos hizo estallar todo por los aires. Osella se fue antes del final del torneo, con el 52 por ciento de efectividad (el interino Lunari también consiguió lo mismo en 2014, aunque en menos partidos). Maxi también se fue.
La posibilidad de traer futbolistas de calidad se recortó por una cuestión económica. El juez Fabián Bellizia, responsable del fideicomiso, controlaba que el club se ajustara al presupuesto. Así fue que desautorizó la contratación de Danilo Ortiz, luego de ser presentado como refuerzo y tras entrenar en el club durante dos meses.
La dirigencia tenía recursos exiguos. Pero tal limitación no la supo resolver. En los primeros años trajo a jugadores que tuvieron un desempeño apenas discreto y dejó ir a otros surgidos del club, como Lisandro Martínez y Ezequiel Unsain. Siempre se mencionó la premura económica para justificar el desprendimiento de los juveniles. El balance entre los que llegaron y se fueron es desfavorable en cuanto a calidad y valor de transferencia.
A partir de 2018, hubo un corrimiento de Eduardo Bermúdez y el vice segundo Cristian D’Amico paso a asumir todas las decisiones. Pero en el fútbol no hubo mucho para destacar durante los ciclos de De Felippe y Bidoglio, con Sebastián Peratta ya como el manager.
La renuncia de miembros de comisión directiva no se detuvo, hasta meses antes de las elecciones previstas para el 25 de abril y postergadas por la pandemia. Hoy cuenta con cinco integrantes. El fútbol no es una isla. Va de la mano con lo que ocurre alrededor.
El ciclo de Frank Kudelka dio un respiro en medio de los sinsabores, hasta cierto punto. Es que después de un 10º puesto en 2019/2020 y la obtención de una plaza a la Sudamericana, el equipo se desbarrancó, con un plantel con nombres históricos pero poco rendidores. La decisión del regreso de varios de ellos al club no dio el beneficio esperado. Burgos al final es el último eslabón de una cadena defectuosa de años.
Cambios constantes en inferiores
El trabajo de inferiores también sufrió sus vaivenes, desde la anterior comisión directiva hasta la actual. Estas alteraciones repercuten hacia arriba. Por el puesto de coordinador pasaron Jorge Theiler y Carlos Picerni en la anterior gestión, siguiendo con Martín Mackey y Jorge Borrelli con la actual CD. Mackey fue uno de los caballitos de batalla en la última campaña electoral del Movimiento Rojinegro Querido. Pero el proyecto concluyó a los dos años. Tampoco hubo muchadecisión por incluir a juveniles en la primera por parte de los DT. Burgos lo hizo en los últimos partidos. Hoy es imposible decir si es un plan a largo plazo.
Datos: Carlos Durhand