La campeona está en casa

Iba a volar a España, donde reside, pero cambió el rumbo y aterrizó en el aeropuerto Islas Malvinas. Nadia Podoroska está en Rosario, en su casa. La flamante campeona panamericana de tenis, quien este domingo hizo historia en el club Lawn Tennis de Perú, en los Juegos de Lima, al convertirse en la tercera mujer argentina en conseguirlo además de clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, llegó a la ciudad que la vio nacer ayer pasado el mediodía. Acompañada por parte del equipo argentino, entre ellos el roldanense Eduardo Schwank, quien actuó como capitán, y Facundo Bagnis, también rosarino aunque residente en Armstrong, se llevó los aplausos de propios y extraños al atravesar la puerta de los arribos internacionales con la medalla dorada colgando del cuello. A menos de 24 horas del logro trascendental que la puso en la primera plana de diarios y portales, y prácticamente sin dormir, la Rusita pisó terreno conocido.

   Sorprendida pero sonriente, cansada y a la vez expectante, recorrió los metros que separan la zona de arribos de la sala de conferencias del primer piso del Islas Malvinas. El pelo suelto, con calzas y vistiendo los colores de Argentina en la campera y la gorra, Podoroska llegó a Rosario de una manera inédita. Esta vez el aeropuerto estaba colmado de medios locales, conocidos y curiosos que quisieron darle la bienvenida. Tan enfocada iba en lo suyo que hasta que no subió las escaleras mecánicas no se percató de que a centímetros, además de caminar junto a ella Schwank, Bagnis y compañía, también iban sus padres, Irene y Marcelo, quienes aguardaron en silencio, a un costado y en anonimato la llegada de su hija menor (son tres hermanos), cinco meses después de verla por última vez.

   Fue al llegar al primer piso, entonces, cuando los tres se fundieron en un abrazo cálido y afectuoso que habló por sí solo. Entre conocidos y personal del aeropuerto, dirigentes locales y nacionales, Nadia se fue abriendo camino hasta la sala de conferencias en la que se mostró aún más sorprendida ante tantas solicitudes, pero a la vez muy predispuesta, como siempre.

   Cerca de Guillermo Coria, Florencia Molinero y Pedro Fermanelli (prensa) en representación de la Asociación Argentina (AAT); Jorge Capella y Andrea Deheza por la Federación Santafesina y de sus compañeros de equipo, fue el foco indiscutido de la tarde. Todos querían saber cómo había remontado esa final que parecía imposible ante la estadounidense Caroline Dolehide y todos querían también sacarse una foto con la campeona, quien casi sin proponérselo se convirtió en la gran referente hoy del tenis femenino argentino.

   Terminados los interrogantes, con las cámaras de TV apagadas y los protagonistas en retirada, le concedió a Ovación unos minutos en compañía de sus padres, avasallados ante los requerimientos mediáticos, reacios pero sabiendo que ese es el "precio" que deben pagar porque su hija menor hoy es la chica del momento. La que inscribió su nombre y apellido en la historia grande del deporte y se convirtió en un faro a partir del cual sueña mucho más y en grande. No sólo ella, sino todas las demás que empuñan una raqueta cada día.

   La campeona panamericana de Lima está en Rosario, en su casa. Y es un placer.