Jaguares venía para el cachetazo. Dentro de la cancha en el primer tiempo era un equipo desconocido, que cometía muchos errores (algunos alevosos y groseros) y hacía pensar que una victoria podría ser solamente el fruto de una quimera. Sin embargo, tras un remontada espectacular en el segundo tiempo, enderezó el rumbo y logró dar vuelta ese comienzo desfavorable para imponerse a Reds 43-27, después de irse al descanso abajo 24-12.
El partido se le había presentado complicado a la franquicia argentina. Las imprecisiones y pérdidas de pelota fueron una constante en ese primer tiempo que fue el más pobre de los últimos dos años, al menos el menos productivo. Jaguares jugó con mucha intensidad, pero a la vez muy desprolijo; con mucha velocidad, pero con poco orden; y así planteadas las cosas era imposible poder imponerse en el campo de juego. No hacía pie.
Estaba en otra sintonía, eligiendo mal los caminos, con poca obtención (el line y el scrum muy flojos) y con poca personalidad (algo muy llamativo) dejó que Reds tomara las riendas del asunto y fue así que con control y posesión los australianos aprovecharon su momento y empezaron a facturar bajo la batuta de O’Connor, su apertura. Con los tries de McDermott, Wright y Feauai-Sautia (que debió ser al menos amonestado por un hombrazo a Carreras y sin embargo no lo fue más allá de que Anselmi revisó la jugada) se fue al descanso en ganador.
La noche pintaba para baile, para un equipo como el visitante que jugó más allá de sus posibilidades y además le salieron todas. Pero un try de maul de Montoya promediando el primer tiempo y otro de Emiliano Boffelli al final maquillaron un poco el resultado, aunque el equipo argentino había mostrado poco y nada hasta entonces.
Pero en el segundo tiempo las cosas cambiaron diametralmente. El temple y fundamentalmente el juego de Jaguares fue otro. En ese sentido, la entrada de Tomás Cubelli fue crucial, ya que el ex Brumbies le dio otra impronta al equipo de Quesada.
Jaguares se reconvirtió al modo Jaguares habitual -no sin esfuerzo- y fue a jugar a campo rival, le sacó la pelota a Reds, empezó a circular y anotó puntos claves sobre todo con el maul, con el que fue paciente. Lo supo llevar de manera magistral primero Montoya para anotar un hat trick primero y luego, Socino.
Con dinámica, Jaguares mostró otra impronta. Estaba imparable y encima Wright, el capitán de Red, vio la amarilla y eso les allanó el camino a los argentinos. Durante el tiempo que el tercera línea no estuvo en cancha, Jaguares llegó tres veces al try. Con el primero dieron vuelta el resultado y con los restantes sentenciaron la historia.
El envión fue tan grande que Jaguares hasta pudo haber conseguido un valioso punto bonus en la jugada final del partido, algo que de ninguna manera hubiera sido injusto.