Mañana comienza la Copa América en Argentina y Rosario es la gran ausente entre las ciudades que son sedes del torneo más antiguo e importante del continente a nivel selecciones. Propios y extraños no dejan de sorprenderse por la ausencia de los estadios rosarinos entre las sedes del campeonato organizado por la Conmebol que si se jugará en la capital santafesina.
Rosario siempre estuvo cerca de la selección argentina siendo proveedora de muchas de sus estrellas, incluso Lionel Messi, el mejor futbolista del mundo es rosarino. Pero ni la inmensa pasión con la que se vive el fútbol en la ciudad, ni las gestiones emprendidas en su momento fueron suficientes para lograr ser parte del trascendental campeonato.
El trago resulta difícil de digerir aún cuando la decisión fue tomada por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) hace ya dos años, cuando Julio Grondona explicó que eligieron la cancha de Colón de Santa Fe porque en Rosario la disputa entre los clubes era tal que complicaba la definición.
“Si le doy la subsede a Central me matan los de Ñuls y si se la doy a los de Ñuls, me matan los de Central”, argumentó don Julio, sacándose de encima el problema.
Sin embargo, las razones fueron más profundas y el primero en manifestar públicamente su malestar fue el intendente Miguel Lifschitz luego de que quedaran desechadas las posibilidades de albergar algunos partidos del torneo americano: “Dependíamos de que los clubes se pongan de acuerdo y con los últimos hechos retrocedimos un poco", dijo en aquel momento.
El conflicto que resquebrajó la relación entre Rosario Central y Newell's se remonta a la desastroza gestión de Horacio Usandizaga, cuando el titular canalla recortó las habituales 8.500 entradas que el club le entregaba a Newell's para el clásico rosarino y decidió asignarles 3.500 populares y 400 plateas, lo que produjo incidentes y enfrentamiento entre los hinchas.
Si bien, con el correr del tiempo limaron un poco las asperezas, el diálogo entre Usandizaga y Guillermo Lorente, presidente de Newell's, nunca volvió a ser el mismo. El Vasco había tirado demasiado de la cuerda. Y ese comportamiento de los dirigentes por el tema de las entradas enojó a Grondona que en una reunión del 21 de abril de ese año a la que asistieron Lifschitz, Usandizaga y Lorente en la AFA había dado el visto bueno para que Rosario sea subsede, algo que después se frustró.
Incluso el Vasco, por entonces, anunció con bombos y platillos que la Copa América se iba a jugar en Rosario. Y que el lugar elegido sería la cancha de Central.
Pero eso no fue todo. La otra cuestión que declinó la balanza en contra de Rosario fue la organización del partido de Eliminatorias que Argentina perdió con Brasil el 5 de septiembre de 2009. Diego Maradona era el técnico y quería que se jugara en Rosario. El estadio elegido fue el Gigante de Arroyito para lo cual se remodelaron los vestuarios, ingresos, baños y palcos de periodistas.
El público, como tantas otra veces, acompañó e incluso predominó el celeste y blanco, dejando atrás antiguos escenarios que predominaron en épocas de la selección de Alfio Basile, también en cancha de Central, en donde predominaba la rivalidad de los clubes rosarinos. Pero el resultado futbolístico fue negativo y también muchas aristas de la organización, fundamentalmente por el maltrato de la policía rosarina y la gran cantidad de afectados por la reventa y las entradas falsas.
“No me consta que Rosario haya sido una opción, ni tampoco que haya habido una reunión con los presidentes de los clubes, es un tema que no ha sido considerado”, dijo Ernesto Cherquis Bialo, vocero de la AFA a LaCapital.com.ar, desconociendo de manera insólita una reunión que se llevó a cabo en calle Viamonte con el mandamás del fútbol argentino por ese tema.
Parece demasiado cómodo en este momento cargarle la mochila de la responsabilidad a Horacio Usandizaga -otra más-, aunque sus decisiones caprichosas y arbitrarias, entre otras cosas, además de haber llevado a Central en la B Nacional, dejaron a Rosario sin Copa América.