El inglés Lewis Hamilton abrió ayer con autoridad la temporada 2008 de la
Fórmula 1 al ganar un enloquecido Gran Premio de Australia en el que sólo siete pilotos cruzaron la
meta. El alemán Nick Heidfeld (BMW-Sauber) fue segundo, seguido de su compatriota Nico Rosberg
(Williams). Cuarto, en un inesperado resultado, fue el español Fernando Alonso, que exprimió al
máximo su Renault.
Melbourne fue una locura de principio a fin: 15 abandonos y
tres neutralizaciones con el "safety car" convirtieron la carrera en un prometedor aperitivo de una
temporada en la que las ayudas técnicas pierden fuerza y la pericia de los pilotos influirá más que
en años anteriores.
Un toque entre varios coches, provocado por el Renault de
Nelsinho Piquet hizo entrar en acción al "safety car" segundos después de la largada. Massa debió
entrar al box de Ferrari a cambiar el alerón y los neumáticos tras tocar al McLaren de
Kovalainen.
Los primeros instantes de la temporada eran vibrantes,
porque tras la cuarta vuelta cinco pilotos estaban ya fuera de combate: Vettel, Fisichella, Button,
Webber y Davidson. En el noveno giro abandonó también Sutil, con lo que el flamante equipo Force
India se quedaba sin pilotos a los pocos minutos de iniciada la carrera.
En la misma largada, Hamilton defendió con solidez su
primera posición ante el ataque de Kubica, y vuelta a vuelta fue ampliando distancias hasta lograr
una diferencia de ocho segundos en la décima.
La emoción estaba en el acoso del campeón, Kimi Raikkonen a
Rubens Barrichello. El finés, que había largado desde la decimoquinta posición, pasó enseguida a la
octava, y luego a la séptima. Barrichello, sexto, debió apelar a toda su experiencia para controlar
las embestidas, pero en la vuelta 19 ya no pudo resistir y fue superado.
En la vuelta 21 abandonó el italiano Jarno Trulli, séptimo
piloto fuera de competencia.
En la 25 entró nuevamente en acción el "safety car" tras
una embestida de Coulthard a Massa en una curva. El auto del británico quedó destrozado, en un
incidente que de paso complicaba a Alonso y Raikkonen, sexto y tercero, respectivamente.
Al estar neutralizada la carrera, no era posible cargar
combustible. Aquel que entrara a repostar sería penalizado. De los seis primeros sólo el español y
el finlandés no habían aún ingresado a boxes.
Ajeno a los roces y al sufrimiento a sus espaldas, Hamilton
seguía volando en el circuito de Albert Park, y promediando la carrera su escolta era Kovalainen:
sonrisas para McLaren-Mercedes.
Primero lloró Brasil. El motor del Ferrari de Massa dijo
basta, y Piquet se bajó de su Renault ante idéntica situación. Después lo hizo Italia, cuando lo
mismo le ocurrió al Ferrari de Raikkonen.
Las emociones duraron hasta el final. Restaba una vuelta cuando Kovalainen
superaba al español, pero instantes más tarde, en uno más de los muchos instantes sorprendentes de
la carrera, el finlandés se equivocó al apretar el botón del limitador de velocidad y se vio
superado por Alonso en la recta de la penúltima vuelta, confirmando el día de locura que vivió
Melbourne, promesa de un excitante 2008 en la Fórmula 1. l