¿Entonces las emociones tuyas en esa final fueron similares a las de cualquier partido de ronda?
Son similares pero no son las mismas. El objetivo mío es dar el 100 por ciento, sea en una final o en un partido de ronda. La realidad es que en este torneo, por la nueva modalidad (cuatro grupos de cuatro equipos, clasificación directa a cuartos de final y cruce de octavos entre segundos y terceros), todos los partidos eran trascendentes. Como el tercero que dirigí, Inglaterra-Irlanda, de ese partido dependían todos los equipos del grupo B, estaban todos expectantes. Ese encuentro fue una gran final para mí dentro del mismo Mundial.
Cada partido tenía un atractivo en sí mismo.
Exactamente. Esta nueva modalidad hacía que todos los partidos fueran trascendentales, hasta incluso la diferencia de gol. Como siempre, nadie se quería cruzar con Holanda y entonces era importante ver cómo iban quedando adentro de los grupos.
Desde adentro, en la función del arbitraje y sumida en la concentración que ello obliga, ¿se alcanza a disfrutar del hockey, del buen juego?
Sí, esa creo que es una de las claves de mi arbitraje. Poder estar ahí adentro y disfrutar de estar ahí, no vivirlo con una presión que te vuele la cabeza sino poder disfrutar, aún con esa presión. Y sí, se alcanza a disfrutar. En la final me pasó que después de una jugada de Holanda pensé: "Wow, cómo juegan". Porque creo que la tocó todo el equipo y terminó en un golazo. Qué juego, qué nivel que tienen las holandesas. Y por el lado de Irlanda notabas esa actitud de querer aguantar, de resistir, de seguir en pie hasta último momento.
Siempre hablás de la idea de que si dirigís la final es porque Argentina no llegó "y es mejor que sean Las Leonas las que estén en una final y no yo". ¿Podrías explayarte respecto de esa filosofía? Porque se supone que una final es la aspiración máxima de un árbitro.
Para mí obviamente que fue lindo haber sido designada para dirigir la final. Pero, ¿qué pasa? Si yo dirijo una final es buenísimo para mí, bárbaro, y a la vez lo es para el arbitraje nacional. Aunque esto tiene un alcance pequeño con relación a si Las Leonas pueden llegar a jugar la final del Mundial. ¿A qué me refiero con esto? Las Leonas juegan una final de un Mundial y lo que crece es el deporte a nivel nacional, el deporte en todas sus partes, en lo físico, táctico, técnico, es un crecimiento más generalizado. Si dirijo yo una final, lo que crece es solamente la parte arbitral y la verdad es que uno no tiene que ser egoísta, tiene que buscar el crecimiento de todo el hockey.
¿Cuál era tu objetivo por fuera de la final?
Mi objetivo no era la final. Mi objetivo era dar el 100 por ciento en cada partido y así me hubiese tocado dirigir el último puesto también estaba preparada para dar todo en ese partido. Lamentablemente se dio que Las Leonas quedaron afuera en cuartos y dirigí la final.
Este fue tu tercer Mundial, ¿cómo te viste en esta ocasión, con el lugar que fuiste tomando y con la madurez que dan los años como para tal vez disfrutarlo de otra manera?
Es diferente, ya en el tercer Mundial una llega mucho más madura, con mucha más experiencia. Al principio, en los primeros mundiales, iba siguiendo a las referentes y ahora en estos últimos años me tocó cambiar el rol, ser una de las referentes. Entonces es completamente distinto. Pero como dije al principio, la clave es disfrutar del rol que a cada una le toca.
Mucha gente no sabe que los arbitrajes a nivel internacional son ad honórem, que para estar por ejemplo en una final, la preparación es sumamente profesional y que además de esto hay que trabajar de otra cosa para vivir. ¿Querés contarlo?
Está bueno mencionarlo y darlo a conocer. De hecho hasta algunas jugadoras argentinas nos preguntaban quién nos pagaba. Nos reíamos. "¿Quién nos paga qué cosa?" Nadie nos paga esto, el arbitraje es 100 por ciento amateur, tenemos cubiertos los vuelos y la estadía y nada más. No nos pagan por dirigir un partido. Es ahí donde uno tiene que encontrar el equilibrio entre lo que es su trabajo y el entrenamiento para un Mundial. En mi caso hace dos años que vengo apostando fuerte a lo que es el arbitraje, porque es lo que realmente me apasiona. Lo que hice fue crear un equipo de trabajo con PF, kinesiólogo y traumatólogo, para poder llegar bien, ya que el hockey hoy está muy físico y hay dos aspectos que no pueden fallar: el físico justamente y la parte mental. Por ahí el común de la gente piensa que una agarra el silbato y va a dirigir, pero la realidad es que no, que desde hace dos años entreno seis veces por semana.
¿Qué es eso que te apasiona tanto del arbitraje?
No sé, es todo. Poder ser parte de una manera distinta. Me parece que un buen arbitraje le aporta mucho al juego, al espectáculo, porque la realidad es que esto es un espectáculo de juego. Poder ser parte, tomar las decisiones y hacer que sea un lindo show es algo que está bueno, es una presión linda, difícil de explicar con palabras, una adrenalina a full cada vez que una pisa una cancha, más en torneos internacionales.
La final fue bastante desbalanceada en cuanto al dominio de Holanda sobre Irlanda (6-0), quizás se prestaba a que no tuvieras tanto protagonismo. Pero en los partidos anteriores tampoco lo tuviste. ¿Eso es lo que está bien?
Lo nuestro es tratar de aportar al show y proteger a la jugadora habilidosa para que pueda jugar. Es administrar. Los protagonistas son los jugadores, no somos las árbitros. Entonces, una entendiendo ese rol lo que intenta hacer es eso, darle el protagonismo a las jugadoras para que puedan hacer del deporte un lindo espectáculo.
¿Tenés preferencia por algún tipo de juego? ¿Elegirías dirigir europeos, asiáticos o a quiénes?
Me gusta dirigir partidos que sean parejos, en los que haya lindo nivel de hockey, partidos que demanden estar al 100 por ciento. Porque un error nuestro puede llegar a ser determinante para los equipos. Esos encuentros con mucha presión me encantan. Mi rol, bajo presión, me gusta.
A algunos les pasa, ¿vos mantenés algún duelo particular con alguna jugadora?
No. En este Mundial me tocó dirigir mucho Holanda e Irlanda y creo que las holandesas estaban tan focalizadas en el juego que ni miraban para otro lado. De hecho en ningún partido hubo una tarjeta por hablar o protestar. Las jugadoras a nivel internacional escuchan el silbato y juegan, no pierden tiempo en protestar.
Y cuando estás del lado de afuera, si tenés la posibilidad, ¿vas a ver a Argentina?
Siempre.
¿Esa parte cómo la vivís?
(Risas) Ahí me pongo más nerviosa que cuando estoy adentro, son los nervios de que querés que a tu selección le vaya bien.
¿Cómo viste a Las Leonas en este Mundial?
Bien, es un grupo que está en crecimiento, que está en parte de un proceso de recambio generacional como ellas mismas decían y me parece que hay un buen futuro por delante.
¿Y al Mundial en general cómo lo analizás? ¿Fue de sorpresas pero a su vez de buen hockey?
Fue un Mundial parecido al de fútbol, con muchas sorpresas. De hecho Irlanda, España e India fueron equipos que llegaron a las fases finales desplegando un buen hockey. La sorpresa mayor fue Irlanda, increíble (metiéndose en la final). Las había dirigido el año pasado en la Liga Mundial y jugaron un hockey completamente distinto al que mostraron ahora.
¿Esto equilibra y le hace bien al hockey?
Sí, creo que está bueno, que los seleccionados fuertes que quedaron en el camino se replanteen volver a los podios. Y también les da un empuje a los equipos más chicos, los alienta a este crecimiento. Me parece que lo que hace es subir la vara del hockey.
Más allá de que tus objetivos no sean las finales, ¿este partido que definió el Mundial está en el podio de los encuentros más importantes de tu carrera?
Hubo partidos más importantes, lo que te da la final es más visibilidad y, entre comillas, marketing. Es un reconocimiento a los sponsors que me estuvieron ayudando, una forma de retribuirles de esta manera, también a mi equipo de trabajo. Por otro lado está bueno para Rosario que haya sido la primera de acá en dirigir la final de un Mundial. En cuanto al juego creo que tuve otros partidos que fueron más trascendentales.
¿Cómo armarías ese podio?
Holanda-Alemania (Champions Trophy 2011), que fue mi primer clásico europeo, me quedó grabado; después Irlanda-Inglaterra en este Mundial, que me parece que era el partido que decidió por los demás (equipos del grupo). Fue un encuentro muy parejo, estuvo muy bueno. Junto con Laurine (Delforge, la belga con la que también dirigió la final) pudimos hacer una buena pareja arbitral. Lo que estuvo bueno de este Mundial es que también los árbitros fuimos equipo. Fue un Mundial en el que pasaron muchas cosas, ocurrieron jugadas impensadas y está bueno esto de que como árbitros sepamos esperar lo inesperado. El éxito de Laurine y mío en la final representa el éxito de todo el equipo arbitral. El otro partido que podría ocupar ese podio sería alguno de los Juegos Olímpicos de Río 2016.
¿Cuál es el faro personal después de esto?
Con el Mundial de Londres se terminó este ciclo, hacía cuatro años que no paraba de entrenar. Así que me tomo dos semanas de vacaciones y empiezo a preparar a full la Pro League del año que viene y para la que ya me dieron las fechas. Lo que sigue es el camino hacia los Juegos Olímpicos de Tokio.
presenqui1.jpg
Foto: Virginia Benedetto / La Capital
>>> El año internacional se cerró pero la Pro League ya está en la agenda
Si bien al calendario del hockey femenino le queda este año el Champions Trophy de China, Irene no participará de él. Lo harán los árbitros que no fueron al Mundial. Sin embargo, la rosarina ya conoce las fechas en las que actuará en la Pro League, la (nueva) gran apuesta de la Federación Internacional de Hockey para 2019.