“Este año mis grandes objetivos son los Panamericanos y el Mundial”. Esto le decía a Ovación hace algo más de veinte días Nicolás “Colo” Córdoba, número uno del ránking en barra fija de gimnasia artística. Como parte de Las Aguilas, la selección argentina que integra también el rosarino Federico Molinari (5º en anillas), el fin de semana el Colo ganó el oro en la Copa del Mundo de Varna, Bulgaria; la cuarta medalla de la cuenta personal en lo que va del año y un nuevo galardón con el que ratificó el cetro. Todo indica que los logros le seguirán lloviendo y para cosecharlos a Córdoba el año le quedará corto. Incluso no tiene tiempo para relajarse: el próximo jueves, en Portugal, estará ante un nuevo objetivo.
La barra fija es una de las seis modalidades de competencia de la gimnasia artística (las otras son anillas, paralelas, caballo con arzones, salto a caballete y suelo). La barra es una estructura flexible ubicada a 2,80 metros del suelo y sobre ella Córdoba, de 1.,5 metro, vuela como un gigante y humilla. Sí, humilla, porque se balancea y gira sobre la barra sin detenerse, suelta las manos y se vuelve a agarrar con elegancia, como si nada. Y así, gana, gana y gana. Desde que empezó el año ya se llevó la medalla de oro en la Copa del Mundo de Doha (Qatar), la de plata en la de Ljubljana (Eslovenia), una más de plata en San Pablo (Brasil), la semana pasada, y ahora, en el sureste europeo, nuevamente se quedó con una de oro con un final de 14.867 puntos. Tuvo una nota de partida de 6,3 y una de ejecución de 8.567. De esta forma confirmó el primer lugar en el ránking de barra que pertenece a la Federación Internacional de Gimnasia (FIG). Un acróbata que no se cansa de ganar.
El Colo nació hace 25 años en Alvarez (a casi 20 kilómetros de Rosario), entrena desde que cumplió diez pero hace quince que está bajo las órdenes de Juan Carlos “Negro” Pinto, del club Provincial. Está becado por la Secretaría de Deporte de la Nación y el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard), aunque permanentemente tiene que buscar sponsors y ayuda de otros organismos. A tan alto nivel, no siempre alcanza.
Desde Bulgaria, el director técnico de la selección, Guillermo Avio, dijo que “excelencia” es la palabra que resume el trabajo de Nicolás en barra fija. Y el Negro Pinto, quien lo acompaña a todos lados, lleno de emoción le confesó a este diario: “Lo más destacable del Colo es su gran corazón y la humildad. Y en lo deportivo qué decir... es un hecho histórico. Nunca un argentino ganó una Copa del Mundo y estuvo primero en el ránking mundial, en ningún aparato”.
Desde el año pasado, Nicolás vive en Cúcuta (Colombia). Allí llegó con el Negro Pinto para entrenar con los mejores gimnastas del país cafetero, entre ellos Jossimar Calvo, palabra mayor entre sus pares, y con las mejores instalaciones deportivas. Y hace poco se instaló con él su novia Sol, “para hacerle el aguante”. Así lo aseguró la hermana del medio de Nicolás, Paula. “Lo extrañamos pero nos llena de orgullo su carrera”, agregó la muchacha, quien el sábado aparecía más que contenta en el propio Facebook del atleta atendiendo a la prensa y a los amigos que no dejaban de colgar mensajes de felicitaciones y fotos de Nicolás.
Pero por los laureles que despliega el Colo en estos meses, parece que la exigencia y la distancia con la familia valen la pena. La meta, como ya le había dicho a Ovación, está puesta en los Juegos Panamericanos de Toronto (Canadá), en julio, y el Mundial de octubre, en la escocesa Glasgow (Reino Unido): dos trampolines para los Juegos Olímpicos 2016. Ya volvió a Colombia a entrenar y luego aterrizará en la Copa del Mundo de Anadia, Portugal, el jueves 21. A continuación, el Sudamericano. No tiene demasiado tiempo para celebrar. El calendario vuela, como él, un gigante que gana y humilla, acá y allá.