Dice que él siempre sacó la foto mucho antes de disparar la cámara. Y que ese secreto se lo enseñó su padre, legendario fotógrafo de El Grafico, viajando en colectivo y mirando por la ventanilla: "Mirá esa calle empedrada, esa pared. Mirá la luz, pensá dónde pararías al personaje", recordó Ricardo Alfieri (h), de 67 años, 45 como reportero gráfico, 30 cámaras en su haber y 35 mil tapas de diarios y revistas de su cosecha. Es un profesional con vasta experiencia en fotografía deportiva en el país y en el exterior. Alfieri dialogó con Ovación y dijo que más que fotógrafo o reportero gráfico se siente "periodista". Recordó anécdotas sobre su trabajo, reconocido en más de una oportunidad como gestor de verdaderos documentos de la historia del deporte, y analizó fotografías de colegas que expusieron en la última muestra anual de Reporteros Gráficos de la República Argentina (Argra) (ver aparte).
Por el visor de Alfieri (h) pasaron, desde 1982, diez mundiales de fútbol y estrellas como Guillermo Vilas, Diego Maradona, Gabriela Sabatini y Ringo Bonavena, entre otros tantos. Pero él insiste, que mucho de lo que logró con la fotografía tuvo que ver con la sencilla lección de su padre "don Ricardo", autor de la crónica que se llamó "El abrazo del alma" (entre Fillol, Tarantini y el hincha sin brazos Víctor Dell'Aquilla, en el Mundial 78).
"La foto deportiva requiere de mucho reflejo, velocidad mental y dominio del lugar: hay que conocer lo que se va a retratar o se nota, se saca fuera de foco. Trato de estar en la cancha mucho antes que empiece el partido, ver el sol, la sombra, dónde me voy a ubicar y una vez ahí no hablo con nadie ni masco chicle. A la fotografía tenés que verla antes; no hay que sacarla con la cámara sino con los ojos", aseguró.
Alfieri (h) documentó "el bengalazo" sucedido durante el duelo entre las selecciones de Chile y Brasil en el Maracaná, el 3 de septiembre de 1989 (por las eliminatorias al Mundial de Italia 1990). Un proyectil había caído muy cerca del arquero chileno Roberto Rojas y se pensó que había sido el motivo de la herida de su rostro. Pero ni las cámaras de televisión ni el resto de los más de cien fotógrafos en la cancha pudieron develar lo que sí registró su foto: que al jugador no lo había lastimado el proyectil sino que se había autoinfringido un corte en la cara con intención de descalificar a Brasil, como luego evaluó y sancionó la Fifa (penó al jugador y a la selección chilena por años).
"Me ubiqué al costado del lineman y vi salir la bengala desde la tribuna brasileña. Estaba anocheciendo, si hubiera sido de día no la hubiera visto, pero pude seguir la secuencia. En la foto se nota que el proyectil cae lejos del arquero. Fui el único que lo registró. ¿Tuve suerte? Tal vez, pero a la suerte también hay que ayudarla un poco, se busca", comentó Alfieri, quien reconoció que durante el Mundial de 1986 en México estuvo en la cancha pero no registró la foto de la "Mano de Dios" como sí logró su colega Eduardo Longoni.
Cuenta que comenzó a trabajar a los 19 años, con el blanco y negro, el laboratorio y las cubetas de revelado, en editorial Atlántida cuando "era la mejor de Latinoamérica" y en las redacciones "no había jóvenes como ahora sino hombres de 35 años en adelante". Y dijo: "De muchos aprendí, a los retos y sacando todo tipo de fotos, desde las de Billiken, hasta las del Gráfico". Y habla de la defensa de su trabajo. "Antes uno sacaba dos rollos de fotos y elegía unas pocas, las ampliaba, se las vendía al editor como una obra de arte. Tuve uno muy bueno (Ernesto Carreño) que me decía: "En dos o tres fotos tenés que saber qué querés decir y hay que defender la foto". Recuerdo que un año después de la tragedia de los rugbiers uruguayos en la cordillera de Los Andes, viajé con algunos de los que habían sobrevivido y les saqué fotos en plena cordillera. Volví del viaje y dejé mis contactos en fotografía. Las que se publicaron con despliegue las eligió un jefe. Fue un error que luego me marcó mi editor: uno es el periodista, uno estuvo allí. No se trata sólo de sacar la foto sino de elaborar una idea y contarla".
Del mismo modo sostiene que hay que "conquistar" a los personajes "y defender la relación" con ellos. "Hay que ganarse la confianza. Uno los escucha, ve por donde va la nota, hasta acepta sus sugerencias. Pero luego los llevo a mi juego. No sirve que llegues, le digas al personaje "parate allí", y le saques una buena foto. Les hice fotos a grandes personajes, a Maradona prácticamente durante toda la carrera en Napoli. Y eso significa tiempo y respeto. El me pidió que le hiciera fotos con Dalma de bebé porque había llegado a Italia y no tenía. Me transformé en su fotógrafo social y también deportivo. Recuerdo que muchas revistas italianas me ofrecieron mucho dinero por esas fotos íntimas pero no las vendí. Se lo comenté a Diego y me dijo que "ni loco", que a él una conocida empresa de talco le había ofrecido una fortuna por una foto cambiando a su nena y no aceptó. Ninguno de los dos aceptamos".