Una despedida múltiple. No como quizás podía imaginarse hace tres meses, allá cuando se presumía que este Newell’s jugaría por algo más, aunque lo último que pasó tampoco modificó demasiado el escenario. Y habrá aplausos. Merecidos. Porque si bien algún hincha puede no estar acuerdo del todo, y con todo, seguramente primará la lógica. Es que son muchas cuestiones las que se entrelazarán en el Coloso cuando esta tarde a las 18 se inicie el último partido de la Lepra en el torneo, frente a Godoy Cruz. Enumerarlas en orden de importancia dependerá para quién: el adiós del Gato Formica (se va a México), el de Nacho Scocco (con destino a River), el del Negro Domínguez (no se le renovará contrato), el de varios más que no tienen tanto peso en el club y que hicieron más o menos pero algo aportaron. Y a estas se le debe agregar el hecho de la no clasificación a la Copa Libertadores, esa ilusión que se formó a la par de resultados por ahí increíbles, inesperados, la que se desinfló con el correr de las interminables 30 fechas que dejaron demostrado que al equipo que había construido el ya ido Diego Osella le quedaba grande la chapa de candidato a pelear bien arriba como lo hicieron estos jugadores hasta la 22ª fecha, en aquel 1-0 a Huracán que todavía ilusionaba. Claro, después el fixture, el trajín, los graves inconvenientes institucionales por temas económicos, y más, hicieron el resto. Y como los aplausos no sólo sirven para decir adiós sino también para premiar, los rojinegros deberán batir palmas porque la campaña fue mucho mejor de lo esperable, porque el equipo logró llegar a ese piso de 1,400 que pedía al inicio el presidente Eduardo Bermúdez, porque también es positivo que sacó boleto para al menos jugar la Copa Sudamericana, porque se promovieron algunos pibes que pueden servir para construir una nueva base futbolística, porque hay un referente que seguirá y es el máximo ídolo de los últimos tiempos, Maxi Rodríguez.