Desde hace algunos años que en Central se viene dando que los jugadores surgidos de divisiones inferiores no tienen el lugar en el primer equipo como sucedió en otros momentos. Basta con echarle un vistazo a lo que es hoy el equipo bajo el mando de Diego Cocca, en el que sólo Jeremías Ledesma y Maximiliano Lovera tienen una consideración especial de parte del entrenador. Es más, en el partido ante Talleres, cuando Lovera dejó la cancha (en su lugar ingresó Lucas Gamba, a los 71’) el canalla quedó apenas con el arquero como único exponente de los futbolistas surgidos del club (sobre el final apareció Joaquín Pereyra, a los 89’). Lo que provocan ciclos de este estilo es que la mayoría de los chicos formados en Arroyito queden relegados o, lo que es peor, se vean en la obligación de buscar posibilidades en otro lado. Sin ir más lejos, en este último receso hubo una sangría importante de futbolistas (lo que atenta contra la posibilidad de ventas, ver aparte), en su mayoría rescindiendo sus respectivos contratos. Son 15 los que dejaron Central y sólo dos fueron cedidos a préstamo. Joel López Pissano, el otro nombre en cuestión, continúa en el club, pero no será tenido en cuenta.
En este grupo hay jugadores que habían jugado un puñado de minutos, otros que ni siquiera llegaron a debutar en primera y otros que volvieron de sus préstamos pero a los que no les quedó otra que marcharse porque no iban a ser tenidos en cuenta por el entrenador.
No es un dato menor, y vale la pena resaltarlo, el momento futbolístico que atraviesa el equipo y lo que se está jugando: la permanencia en la máxima categoría. Esto es, si en condiciones normales a los chicos del club les resulta difícil hacerse un lugar en el primer equipo, con la presión que hay por estos días la cosa les resultaría mucho más compleja.
Hay diferentes casos y de cada uno de ellos se podría hacer una lectura distinta. Por ejemplo: Agustín Coscia es el máximo goleador entre inferiores y reserva y decidió irse (rescindió) porque sabía que no iba a tener lugar en primera; Matías Palavecino (apuntado por la mayoría de los técnicos de inferiores que lo dirigieron como uno de los pibes con mayor proyección) contó con apenas un par de chances, una por Copa Argentina y otra en la Libertadores (en ambos casos con Paulo Ferrari como DT), y a los pocos meses también se fue. Algo similar sucedió con Facundo Rizzi (dos encuentros de titular en la última Libertadores). Sólo en los casos de Coscia y Rizzi, Central se quedó con un porcentaje (35 y 40, respectivamente) en caso de una futura venta. Mientras, Andrés Lioi, uno de los más reconocidos pero que hace tiempo quedó relegado, es uno de los dos que podría regresar, ya que se fue a préstamo,al igual que Diego Becker.
Se insiste con que el momento no es fácil y mucho menos lo sería para los más chicos. Y esto que sucede hoy con Cocca al frente del equipo es algo que se vio ya con otros entrenadores. Una situación muy parecida fue lo que ocurrió cuando el Patón Bauza era el técnico y con Paolo Montero. Incluso en la etapa final del Chacho Coudet, luego de las ventas de Lo Celso, Cervi, Montoya y Salazar, entre otros.
Lo cierto es que en medio de procesos en los que se privilegiaron jugadores de experiencia y generalmente llegados como refuerzos, a la mayoría de los chicos que venían desde abajo se le presentó una barrera fenomenal, algo así como un cuello de botella, en el que sólo podía zafar alguien que verdaderamente marcara la diferencia.
Quedan muchos pibes surgidos de las inferiores y se espera por una camada que pueda entregar frutos, primero desde lo futbolístico y después desde lo económico, pero para que ello ocurra quizá se deba llevar a cabo un replanteo del proyecto deportivo. Posiblemente muchos de los que dejaron el club en este último mercado de pases no hayan tenido la capacidad para asentarse en primera, pero todos estaban con contrato y ante la imposibilidad de jugar, al club no le quedó otra que no renovar en algunos casos o rescindir en otros.
Así es difícil vender para recaudar
La falta de jugadores de inferiores en el primer equipo hace que las posibilidades de venta de productos genuinos del club se reduzcan, lo que atenta contra la chance de recaudar. Es que, se sabe, la venta de futbolistas es uno de los principales ingresos y a Central le está costando lograr dividendos en ese terreno. Los dirigentes son conscientes de esa situación, por eso no son pocos los que piensan que con el corto tiempo la tendencia debiera empezar a revertirse. Esto es que los técnicos comiencen a darles más cabida a los pibes de las inferiores. “Mientras eso no ocurra no vamos a tener posibilidades de obtener dinero”, coincidieron varias de las fuentes consultadas.