La mejor etapa de Fernando Gamboa parado junto a la línea de cal y dando indicaciones a sus futbolistas fue hace más de una década, allá en 2008, justo al frente de Newell’s. Duró un semestre ese momento en la carrera del Negro en el que prevalecieron los éxitos por sobre las derrotas. Por decisión propia interrumpió el vínculo con el club del Parque donde estaba dando sus primeros pasos como entrenador, siguiendo desde ese instante el derrotero por diferentes clubes del país y el extranjero, en los que ya nada resultó tan placentero y halagador. Los últimos antecedentes fueron todavía más frustrantes. Sin dirigir durante dos años y medio, esperaba con ansias que el club del Parque le abriera las puertas. Y así será, si bien todavía no se hizo el anuncio oficial. El Negro tendrá una segunda oportunidad en el club donde creció y trascendió en el fútbol, al que aprendió a querer. Ese sentimiento por la lepra puede ser el estímulo que necesita para reinventarse.
Si bien se esperaba para ayer la confirmación oficial de Gamboa, la noticia posiblemente sea anunciada hoy. La realidad es que se convertirá en el nuevo entrenador de Newell’s.
Durante la jornada de ayer hubo charlas permanentes con el entrenador para tratar diferentes cuestiones referidas a su trabajo, que comenzará formalmente el lunes cuando se ponga al frente del plantel, dando inicio a la pretemporada. Le espera la dura misión de encauzar a un plantel cargado de frustración, un sentimiento que comparte y que lo atravesó en sus últimas experiencias de entrenador.
Gamboa aguardaba esta oportunidad, y la satisfacción y entusiasmo que seguramente le genera lo llena de la energía necesaria para intentar revertir esta sensación frustrante que atraviesa al equipo, tras las flojas campañas en la Copa de la Liga Profesional, la Copa Sudamericana y la Copa Argentina, con Frank Kudelka primero y Germán Burgos después.
El cariño que despierta la figura de Gamboa es el mayor crédito con el que cuenta. Si hasta incluso desde los sectores de la oposición no existió un rechazo explícito a que sea el elegido para conducir a la lepra, más allá de si consideran o no que es técnico indicado. Lo que posiblemente tenga en claro es que el afecto no servirá para acallar los cuestionamientos si los resultados son adversos.
Su vuelta a Newell’s, siendo una personalidad forjada en el club, genera expectativa de lo qué es capaz de hacer. A su favor, tiene personalidad, conoce la idiosincracia rojinegra y su antecedente como DT fue más que positivo. Claro que con eso solo no le alcanzará.
Tendrá que conducir con mano firme y elegir bien, dejando atrás una trayectoria de vaivenes (ver infografía) y con breves períodos en sus últimos clubes, como en Agropecuario de Carlos Casares, hasta las semifinales del reducido de la B Nacional 2018.
La última experiencia no le resultó nada gratificante. Apenas estuvo 3 meses en Nacional de Paraguay. Una pronta eliminación en primera ronda de la Copa Libertadores 2019 ante Delfín de Ecuador fue el detonante de su salida. Desde enero de ese año se encuentra sin club. Dos años y medio sin sentarse en un banco de suplentes. Un período demasiado extenso para cualquier entrenador.
Durante ese tiempo aguardó una chance, por momentos con la angustia de no ser tenido en cuenta. No se le dio en Newell’s en 2018, tras la partida de Omar De Felippe. Tampoco este año, luego de que se fuera Kudelka y se ofreciera para el cargo. Pero ahora sí llegó el momento. Es la oportunidad que tiene de reinventarse como entrenador, entre los suyos, en el club donde mejor le fue al frente de un equipo y donde se ganó el cariño del hincha.