“Este presente de Central es de los jugadores. Ellos entendieron que hay que alimentarse bien, descansar bien y entrenar bien para afrontar estas seguidillas de partidos. También que había que empezar antes de enero a entrenar y lo hicieron individualmente desde el 15 de diciembre. Con este plantel hay que ser agradecido, como también con la gente que apoya. Porque están poniendo a Central donde debe estar. Ellos están comprometidos con el club, porque las cosas no salen porque sí. Muchos surgieron acá o volvieron después de mucho tiempo, y eso crea una pertenencia. Ellos quieren que al club le vaya bien y así se brindan en los entrenamientos”. Más tarde agregará: “Entrenan como juegan”.
El que habla así es el preparador físico canalla Ernesto Colman, gran responsable de este gran protagonismo que tiene Central desde el año pasado, aunque lejos de querer acaparar los elogios, apunta todo el mérito en los jugadores. Y con una lógica: “Podés ordenar las mejores tareas, pero son ellos los que la llevan adelante con un profesionalismo increíble”.
—Justamente decís lo del 15 de diciembre. Había que empezar antes, en medio de las vacaciones que fueron largas.
—Claro. Y ellos se comprometieron, sabiendo la cantidad de días de vacaciones que tenían. Lo que cambiamos respecto al año pasado fueron los volúmenes, muy altos desde ese 15 de diciembre y bajándolos después. Lo que no se modificó en absoluto fue la intensidad. Sabíamos que no íbamos a tener tanto tiempo para la preparación general, que debíamos dedicarnos más a la específico. Esto es, sobre el modelo del Chacho de gran intensidad, porque se basa en una rápida recuperación de la pelota y la posesión. Si querés posesión tenés que recuperar y por eso muchos de nuestros trabajos se basan en eso, en las asociaciones, en las posesiones.
—¿El hecho de haber empezado antes, explica tal vez que varios de los que llegaron después tardaron en adaptarse?
—Lo que pasa es que nosotros ya trabajábamos sobre una forma, ni mejor ni peor a la que traían. Esto le pasó a Gustavo Colman cuando llegó, o al Chelito Delgado. Venían de otras formas, lo que no quiere decir que esté bien o mal, y a la nuestra hay que adaptarse. Nosotros priorizamos la intensidad. Después depende del jugador. Siempre digo que lo que hagamos es importante pero lo más importante es el cómo. En la medida que se van adaptando a estas formas, se integran sin ningún problema.
—Y entraron a un plantel con una forma de trabajo que lleva mucho tiempo.
—La ventaja es la que decís, que el grupo lleva mucho tiempo junto, que no se desmanteló y se fueron sólo tres (Caranta, Domínguez y Niell). No pasó lo que en otros clubes, que se te van diez o quince, lo cual es mérito de los dirigentes. Sí a los que llegan, a veces les lleva un tiempo de adaptación a esa dinámica. Eso pasó.
—Quizás se notó más porque se juega cada tres días y se los necesitó antes.
—Puede ser, pero esto es colectivo, no es tan individual. Porque también puedo decir que se agregaron chicos de las inferiores a los que les llevó tiempo adaptarse, pero no se conocen tanto. Como a Da Campo, que jugó sólo diez minutos ante Rafaela el año pasado y ahora fue titular. El también tuvo que entrar en esa dinámica y pudo hacerlo. Acá no hablo de que a los jugadores les cuesta una enormidad adaptarse, ni es un cambio brusco, simplemente lleva un tiempo lógico.
—Los casos particulares son los de Cetto o Battaglia, que se lesionaron en la pretemporada.
—Claro. A Battaglia lo agarra a mitad de pretemporada, un golpe en el tobillo que le produjo una lesión, pero no era porque no se estaba adaptando, lo hacía lo más bien. Lo mismo que Gastón Gil Romero, que viene de un Estudiantes donde se trabaja mucho. No hay una receta mágica. Por eso repito, lo que hagamos es lo importante pero el cómo lo determinante. Puedo darle al plantel muchas tareas, pero si no las hacen con el profesionalismo y las ganas con que las hacen, no sirve de nada. Acá todos entrenan al ciento por ciento. Como entrenan, juegan. Esa es la verdad. Desde lo que me compete, lo físico, es así. Así lo siento.