El viernes se va terminando cuando Pablo Crer atiende el teléfono. Y no es porque se haya puesto en exquisito sino porque pide unas horas para dormir. Los últimos días fueron por demás de intensos. La ansiedad primero, la adrenalina después. Y los festejos y reconocimientos. Hace un rato terminó la choripaneada gigante que Marcelo Tinelli organizó para que todo su Bolívar natal festeje con los jugadores de vóley. Entre ellos, Crer, el central rosarino que viste la camiseta de Las Aguilas desde hace varias temporadas y que finalmente se pudo sacar "la espina" que tenía clavada, como él mismo describió a la imposibilidad de festejar el título de la Liga Argentina, el más importante del vóley nacional. Efectivamente, Bolívar consiguió cerrar el jueves esta edición de la mejor manera, como campeón. Fue tras quedarse con una serie parejísima a cinco partidos definida por 3 a 2 como local ante el seis veces ganador, UPCN San Juan. Tanto buscó Pablo Crer este título que cuando habla con Ovación lo hace en lo que parece ser una nube, aún de asimilación. Y lo valora tanto que no duda a la hora de jerarquizarlo: "Esta liga está en la misma vitrina que los Juegos Olímpicos", tira.
¿Cómo estás viviendo tu primer título de Liga Argentina?
Jugué varias finales pero esta fue la primera vez que me tocó ganarla. Estoy muy contento, la venía buscando hacía mucho tiempo y por fin se dio. Más allá del resultado final, este año pasamos por muchas batallas, buenas y malas, y el equipo merecía terminar así. Lo buscamos un montón, personalmente hacía también muchísimo que me venía "rompiendo" para lograrla y llegó. Ahora hay que disfrutar, descansar y estar con la familia que me bancó en todo momento.
La serie y el título se definieron en Bolívar, ¿pudo ir a verte gente de Rosario?
Sólo estaba mi mujer con la nena y vino mi suegro, pero al resto se le complicó. Siempre viene gente, mi suegra, mis cuñados, mi mamá y algunas hermanas, pero no pudieron esta vez, aunque estuvieron prendidos a la tele haciendo el aguante.
De manera que si sos cabulero y jugás otra final, no los dejarás ir.
¡No! Si el año que viene me toca jugar acá de nuevo una final, no viene nadie. Sólo los que vinieron este año (risas).
Con Bolívar fueron primeros en la fase regular, sólidos en playoffs, ¿el título era necesario para coronar todo eso bueno que, caso contrario, se habría desvanecido?
Fue lo que buscamos desde un primer momento: cerrar la fase regular primeros, porque sabíamos que a la larga iba a traer sus frutos, de hecho salimos campeones en el 5º partido acá y hacía dos años que veníamos perdiendo en el 5º partido en UPCN (el primero de la fase regular tiene ventaja de localía). Entonces, por ahí es un poco psicológico cuando llegás a esta instancia y decís "total tenemos un quinto juego en casa". O por ahí no, pero la realidad es que pasa y pasó, pasó este año de nuevo, el primero se quedó con el título. Nos tocó festejar.
¿Jugaba en la cabeza de una manera especial que fuera UPCN el rival otra vez en la definición? Las últimas dos finales perdidas de ustedes fueron con ellos, que venían de seis títulos seguidos.
Sí, porque UPCN es nuestro clásico. Y del vóley. Tiene otro sabor. Pero bueno, personalmente estoy feliz por el equipo, porque lo merecía; por mí, que lo busqué tanto tiempo, y porque tengo amigos, hermanos de la vida que me dio el deporte jugando conmigo acá y que lo buscaron tanto como yo. Después, el resto es condimento extra, aunque del otro lado también tengo muchos amigos, como Javier Filardi, a quien aprecio mucho. Lo más importante fue lo que luchamos para conseguirlo.
¿Hacerlo con Javier Weber como DT fue especial? Lo tuviste muchos años en la selección además.
Sí, con Javier hace muchos años que nos conocemos. Junto a Alexis (González), que también está hace rato, somos los que más buscamos este título. Se nos dio a todos. Es una gran persona, un gran entrenador, pasamos muchos momentos buenos y malos, discusiones para mejorar el equipo y otras cosas.
¿Cuando se te da un logro como este en quién o qué pensás especialmente?
Principalmente en mi mujer Maia y en mi nena Giuliana, que están conmigo. El apoyo de ellas no se compara con nada. Llegar a casa significa la nena sacándome una sonrisa y Maia poniéndome la oreja cuando estoy mal, cuando juego mal un partido importante. Vienen a los viajes, tratan de bancarme en todas, no sólo acá sino también en la selección.
En su momento dejaste pasar la posibilidades de irte a jugar al exterior (sólo estuvo un año), ¿fue por la liga?
La Liga Argentina era una cuenta pendiente para mí, quería sacarme la espina de los últimos años en que pasaba lo mismo, llegaba a la final, perdía en esa instancia. Ahora me la saqué (risas). No estoy diciendo que me vaya, porque no sé qué me depara el futuro ni quiero pensar porque sino no termino de disfrutar y descansar. Es cierto, tuve posibilidades de irme, pero quería saldar esta deuda y por suerte pude.
¿En qué lugar de tu carrera se ubica este título teniendo en cuenta que también te tocó vivir cosas muy intensas con la selección argentina?
Es difícil, porque me tocó estar en dos Juegos Olímpicos y en los dos estuve acompañado por mi familia. En el último (2016) me vio la nena, a pesar de que tenía meses, fue maravilloso. Estar ahí con ella en la cancha es algo que no me lo voy a olvidar nunca, por eso lo tengo en el Nº 1. Y la liga está ahí también. Por todo lo que luché. Si bien ojalá que el futuro me depare poder jugar muchos años más y ganar muchas más ligas, hoy es esta y me "rompí" para conseguirla. La tengo en la misma vitrina que a los Juegos Olímpicos.
¿Cuál es el sueño ahora?
Sueños tengo miles... Ganar una liga afuera, seguir manteniendo el título acá... Demasiadas cosas. Pero trato de mantenerme en el día a día, de mejorar como jugador y como persona, el resto es consecuencia, viene de la mano. Creo que se trata de eso. O por lo menos yo veo así el deporte y la vida. Y que el destino depare.