Fueron de los hinchas que más temprano llegaron a La Plata. Y lo primero que hicieron fue colgar
una bandera blanca, con letras azules, en la parte alta del minúsculo sector de plateas, que
reflejó como nada la situación que atraviesa Central: “En las malas... y en las muy malas
mucho más”. El inconciente colectivo canalla no llevó al bosque ninguna “buena”,
sino pálidas y la sensación de suerte echada para un ciclo que cuando debía terminar de afirmar su
gran campaña del Apertura, por circunstancias harto conocidas amenazaba con desbarrancar ante la
ausencia de victorias. Pero el regreso a Rosario abrió un impasse, no encendió grandes expectativas
pero le hizo la gambeta a la resignación, advirtiendo que la pelea seguirá tan dura como hasta
ahora pero no se le aflojará. Ese fue el saldo del 1-1 de anoche ante un equipo igual de urgido
como Gimnasia. En “el partido de la vida”, como lo calificó Cuffaro y sus jugadores,
dejó claro que vivir cuesta, le seguirá costando y que está dispuesto a pagar ese precio.
Otra vez Cuffaro, como en la temporada pasada cuando se hizo cargo del
equipo luego de que Merlo abandonara el barco, estaba ante una prueba de fuego. O mejor dicho, se
hacía cargo de que al momento de Central no se le podía agregar una derrota ante un rival directo.
Y como en aquella vez, cuando le hizo fácil la transición a Miguel Russo, zafó. También él en su
puesto de trabajo que se supo ganar.
Uno de los significados de “zafar” es “liberarse de un
compromiso o de una obligación”. Y Central lo hizo manteniendo a raya a Gimnasia, más aún
luego de conocer la derrota de Chacarita. Pero su obligación sigue adelante porque Racing se le
escapó 2 puntos, porque no ganó en el torneo luego de ocho fechas y porque involucionó en su juego.
Este equipo además “zafa” de visitante, sacando empates importantes en canchas
difíciles. Pero aún no pudo ganar en casa ante rivales sin jerarquía como Tigre, Chaca y Arsenal.
Por eso, y más después de una primera etapa que invitaba a la aceptación
de una realidad no deseada, la mejor noticia que se llevaron los hinchas fue la de un equipo que
dejó lo que tiene para aliviarles la carga. Que hoy no es mucho, que es menos que el del Apertura,
pero que no le faltó esa actitud indispensable, que sólo a veces compensa la ausencia de argumentos
futbolísticos y que nunca debe faltar. Como anoche.
Valió además que Jonatan Gómez, al que tanto se le exige luego de la
partida de Méndez que hacía su papel, asumiera el rol de conducir a Central hacia el empate
definitivo, sobre todo a la hora de cuidarlo, induciendo a la pausa en esos interminables minutos
finales. O que al pibe García le falte final de jugada, pero sea decidido para abortar la del
rival. O que empiece a confiarse en Galíndez. O que Caraglio sume minutos para que alguna vez
vuelva a se el que fue. Y que todo el mundo al menos obligue con actitud, ya que le costó tanto
hacerlo en torno a una idea futbolística que los aglutine.
Era el partido límite y Central lo corrió. Sólo eso. O tanto como eso en
vistas de cómo venía la mano. Mantenerse con vida en esta dura pelea, cuesta. Y vale si al menos se
cumplen objetivos parciales y se deja aún la puerta abierta para ir por todo. Para lo cual, aunque
apremia, hay tiempo.