¿Por qué puede ser campeón?
Por Mauricio Tallone
¿Por qué puede ser campeón?
La respuesta a esta pregunta la podría contestar hasta un niño que recién arranca a hablar. Cómo no va a tener chances de lograr el título si está a noventa minutos de la gloria. El grito perpetuo de un pueblo necesitado de festejos como el de Central está al alcance de la mano. Encima, el equipo de Eduardo Coudet no tiene motivos entorpecedores en el horizonte como para desenfocarse del gran objetivo. En ese sentido, no hay neuronas en la cabeza del Chacho que hoy no estén funcionando para oscurecer las bondades de River.
Con Gallardo ocurre todo lo contrario. Porque River no sólo no puede pensar ya exclusivamente en Central, sino que el Muñeco tiene que muñequear la preparación de su tropa porque el domingo juega nada menos que el superclásico contra Boca.
A esta altura no hay que explicar los daños o beneficios colaterales que suelen causar o tener los equipos que disputen estos desafíos de tamaña talla. Es que mientras el domingo los titulares de Central estén tramando cómo sacarse la sangre del ojo por las finales perdidas en los últimos años, todo River estará ocupado en cómo ganarle a Boca para llegar envalentonado al choque del jueves en Córdoba. Si todo lo aleatorio entrega una cierta ventaja para Central, en el plano futbolístico también tiene argumentos consistentes para crecer que esta vez experimentará el ritual de una vuelta olímpica.
En esa dirección, en la edición de ayer se escribió que no hay manera de pensar en el título canalla sin la influencia de Teo Gutiérrez. El colombiano huele siempre olor a gol. Mucho más si enfrente está River. No querrá hacerle solo uno al equipo del cual se confesó hincha. Si lo dejan le convertiría diez. Pero no sólo de Teo vive la posibilidad de Central. Coudet logró reconvertir al equipo gracias a este gran presente futbolístico de Montoya y de la capacidad del tridente que integra Lo Celso-Ruben-Teo. Central ya se cargó, con suerte y angustia incluidas, a un portento colectivo como Boca. Entonces por qué no confiar de nuevo si ya dio una prueba de carácter.
¿Por qué no puede ser campeón?
La primera duda que entra en el análisis sobre las posibilidades canallas tiene que ver con el rival que enfrentará el próximo 15 de diciembre en Córdoba. Si no fuera River, tranquilamente se podría estar hablando de que el conjunto de Coudet tiene altísimas probabilidades de consagrarse campeón. El problema es que, últimamente, enfrentar al River de Gallardo en una eliminatoria nunca es recomendable para ningún equipo. No porque no se le pueda ganar. De hecho ya le ganaron. Lo que pasa es que la mayoría de los rivales casi siempre cayeron en las garras estratégicas del entrenador millonario.
Entonces por qué no pensar que a Coudet le pasará lo mismo. Gallardo demostró ser inmensamente mejor entrenador que el Chacho. Con esto no se quiere invalidar todo lo que bueno que hizo Coudet desde que llegó a Central, pero de ahí a ubicarlo para correr una carrera a la par de Gallardo hay un océano de distancia. Igual, no siempre en noventa minutos gana el equipo del entrenador más capacitado. Porque en el insondable mundo de un trámite apremiante como una final, cualquier cosa puede ocurrir. Incluso, hasta que Coudet se imponga en el pizarrón a Gallardo.
Separada la hojarasca de lo que significa Gallardo, River también tiene lo suyo para complicarle la existencia a Central. Hay un equipo que se preparó y se desvive por clasificar a la Libertadores. Central debe evitar por todos los medios que River no lo agarre de las solapas y lleve el desarrollo al terreno de la conveniencia. Es que este equipo de Gallardo, siempre cuando tiene una meta tan nítida por delante, se especializa en ir por ella con la misma paciencia que un artesano. Ya demostró que sabe manejar emociones en circunstancias más adversas que las que le propondrá Central. Además cuenta con una selva de buenas piernas, como las de D'Alessandro, Pity Martínez, Nacho Fernández, Driussi y Alario, que ya probaron llevarse puesta a cuantas defensas se les interpusieron en el camino. En síntesis, haber vivido lo que se siente ser campeón siempre goza de un mérito con respecto de aquel equipo que aún no lo fue.
Por Facundo Borrego