Se entiende que no se pueda estar sonriente, que la procesión vaya por dentro y que eso predisponga mal. Se puede entender el fastidio por tener que salir a explicar una derrota, pero no así que para ello se interpele al otro para cambiar el eje de lo que se discute y encima con cierto destrato. Es cierto, Gallego es así, frontal, elemental cuando quiere defender una postura y a veces irónico, como pasó el domingo a la salida del vestuario del estadio Kempes. Por supuesto, para el hincha de Newell's lo más importante es si le sirven sus consideraciones, si coincide o no con que fue un partido extraño en Córdoba o si le conforman esos 12 minutos iniciales que refirió el técnico leproso como buenos, antes que los restantes cuando, al parecer de varios (este cronista se incluye), su equipo perdió la brújula y fue vencido con autoridad por Belgrano.