Así es la Copa Davis. El torneo en el que los papeles se pueden ir al diablo con una asiduidad impropia del tenis. Argentina ya está en semifinales después de “liquidar” a Serbia por 3 a 0 en dos días y sellar el pasaporte a la próxima instancia. Ayer, Leonardo Mayer y Carlos Berlocq jugaron un partido impecable de dobles y borraron de la cancha a Viktor Troicki y al especialista en el asunto, Nenad Zimonjic, por 6/2, 6/4 y 6/1. El Yacaré de Corrientes y el Gladiador de Chascomús desataron el festejo en Tecnópolis, escenario de la serie.
Argentina está nuevamente entre los cuatro mejores y es la quinta vez que lo logra en los últimos seis años. No le sobra nada, no tira manteca al techo. Tiene un equipo austero, pero con espíritu combativo y por eso del 18 al 20 de septiembre jugará ante Bélgica (ver aparte) como visitante para seguir ilusionada en el camino hacia la Ensaladera de Plata.
Es loco. Pasaron tantos años y jugadores de talento indiscutible sin llegar al objetivo que sólo pensar que pueden ser estos los que cambien la historia genera al menos una sonrisa irónica. No porque no lo merezcan, sino porque los otros perfilaban como mejores. Y la Ensaladera sigue siendo esquiva. Ni hablar de Vilas y Clerc.
En la Davis 2015 Argentina pasó de estar grogui contra Brasil, en la primera serie del año, y pensar en la posibilidad de un repechaje para mantener la categoría (como en 2014) a ser semifinalista. En marzo, el sábado fue fatídico. El dobles de Carlos Berlocq y Diego Schwartzman cayó ante la dupla de Marcelo Melo y Bruno Soares y la eliminatoria se hizo demasiado cuesta arriba. Tanto, que para igualarla en 2, el correntino Mayer debió batallar casi 7 horas para ir a un quinto punto. Un partido histórico para los libros de la Davis y para los del tenis argentino.
La antesala de esta serie con Serbia pintaba complicada. Los balcánicos iban a venir con Novak Djokovic, 1 del mundo. Y Argentina esperaba por la recuperación de la muñeca de Juan Martín Del Potro, afuera del circuito, para tener una chance. Pero no sucedió nada de eso: ni llegó Nole a Buenos Aires, ni Delpo se recuperó. Lo que es peor, el tandilense aún no sabe si podrá volver a agarrar una raqueta.
El viernes Leo Mayer, líder de este equipo y mejor jugador argentino del momento (22 del ranking mundial), ganó su punto contra Filip Krajinovic (87) y Federico Delbonis (77) hizo lo propio en una remontada a cinco sets ante Viktor Troicki (20). Eso habilitó al capitán Daniel Orsanic a tirar ayer toda la carne al asador. Era un arma posible poner a Mayer junto a Berlocq, aunque el que estaba en los planes iniciales era Diego Schwartzman. Serbia intentó descontar acompañando a Zimonjic con Troicki y no con Dusan Lajovic como había anunciado. A uno de los dos la apuesta no le iba a dar resultado.
El tenis y la suerte estuvieron del lado argentino y no hay mucho más que contar. Hoy se jugarán dos puntos más (desde las 11, Schwartzman y Berlocq; Serbia no confirmó singlistas), sólo para cumplir, porque así lo pide el reglamento. Aunque ya es tiempo de ir pensando otra historia.
Durante años, Argentina ocupó la mente en potenciar o resolver enfrentamientos personales entre jugadores, entre jugadores y cuerpos técnicos, entre jugadores y dirigentes. Cada serie fue un nuevo circo. Desde el año pasado, parece haber arribado la paz, con la llegada de Orsanic. Con tenistas de menor talento, pero perfil más bajo, hay un nuevo horizonte de ilusiones. “Sabemos que no somos los mejores, pero vamos a luchar”, se lo escuchó decir a Leo Mayer en estos días. Si alguien lo quiere más claro tiene que echarle agua.
El partido ideal de la dupla argentina
Leonardo Mayer y Carlos Berlocq jugaron un partido de manual ante la dupla compuesta por Nenad Zimonjic (9 del ránking en dobles, 53 títulos y 36 finales en la especialidad) y Viktor Troicki para sellar el pase a las semifinales. Se esperaba un partido muy complicado, como la serie en sí, y se repitió la situación: el camino se encontró bien rápido.
Los argentinos se complementaron muy bien, se conocen se afrontar muchos torneos en el circuito y eso rindió frutos. Pero no por ello puede soslayarse lo que hicieron ayer, jugando con una solidez inusitada y sin permitir que les quiten el saque.
Un párrafo especial merece Carlos Berlocq. Porque la lucidez que mostró así lo amerita. Charly se cargó la responsabilidad, y si bien dijo sentirse “muy tranquilo” mirando a Mayer a los ojos y captando su confianza, fue él el que llevó adelante las acciones. Y no se equivocó nunca. Fue prolijo en las ejecuciones, tomó decisiones inteligentes y potenció aún más a su compañero.
El Yacaré y el Gladiador quebraron en el 5° y 7° game para llevarse el primer set 6/2; en el 3° del segundo para ganarlo 6/4; y en el 1°, 4° y 6° del último para sellarlo por 6/1.
La superioridad con la que Argentina sacó a Serbia se reflejó en esta escena: Zimonjic, al saque. Argentina, arriba 5 a 1. El serbio ejecutó su servicio de abajo y el estadio explotó de bronca. Se leyó como un gesto soberbio que la gente le recriminó acordándose de cada uno de sus familiares. Zimonjic y Troicki se reían por la provocación. Ellos, que se quejaron del público, optaron por iniciar la pugna. Pero no les duró la sonrisa. Argentina quebró el saque de Zimonjic y se llevó el partido. Al capitán argentino, la acción no le pasó desapercibida: “Zimonjic estuvo a dos puntos de retirarse como caballero, lo que hizo me pareció una falta de respeto, al final se fue como un mal perdedor”, dijo Orsanic. A veces, la superioridad genera impotencia y la impotencia a gestos desagradables.
El grupo en el discurso y en la práctica
Hay un denominador común en este conjunto argentino de Copa Davis: todos hablan de “equipo”. Y parece que sí, que finalmente después de tantos años, se armó uno: unión humana, sin diferencias, o con la menor cantidad de ellas.
Y aquí un detalle de lo que sucedió después del encuentro, cuando ya se había terminado la transmisión de la televisión. Carlos Berlocq primero, Federico Delbonis, Diego Schwartzman y Daniel Orsanic, después, agarraron el micrófono y le hablaron al estadio. La algarabía lo permitía. Todos tenían algo que decir y agradecer. La unión fue evidente entre todos durante la serie. Incluso sorprendió ver a los chicos de desarrollo siendo cuasi parte del plantel mayor. Respiraron Davis todo el tiempo. Orsanic, además de capitán, también es Director de Desarrollo de la Asociación Argentina de Tenis y tiene en cuenta estas cosas.
Los jugadores resaltaron valores y luego Orsanic hizo un agradecimiento especial a Juan Martín Del Potro, por acompañarlos este fin de semana. El capitán, que cuando inició su ciclo puso como prioridad la presencia del tandilense y armó un conjunto para que éste se sienta cómodo, aún no pudo contar con Delpo por su lesión, pero lo considera indispensable. “Juan Martín está pasando un momento muy especial. Sabemos que por todo este cariño de la gente y nuestro apoyo volverá a jugar. Nos dio muchas alegrías”.
El tandilense, quien se sometió a una nueva operación en su mano hace algunas semanas, no sabe si podrá volver a jugar al tenis. Pero acompañó, tras el triunfo fueron a saludarlo pero él quedó a un costado. Orsanic considera que la salud grupal equilibra la balanza cuando no hay un talento especial que garantice victorias. Y con eso ya sueña el capitán.
Ahora se viene Bélgica
Bélgica venció a Canadá en Ostende y también avanzó a las semifinales. Será rival y anfitrión de Argentina luego de sellar ayer el pasaporte a la próxima instancia. Fue tras el triunfo de dobles que consiguieron Ruben Bemelmans y Kimmer Coppejans sobre Daniel Nestor y Acil Shamasdin por 7/5, 3/6, 6/4 y 6/3. La serie quedó 3 a 0. Hoy jugarán los singles faltantes.
Los otros semifinalistas, que chocarán entre sí, se definirán hoy. Gran Bretaña está 2 a 1 sobre Francia en Londres. Ayer los hermanos Andy y Jamie Murray cayeron ante Nicolas Mahut y Jo Wilfried Tsonga por 6/4, 3/6, 7/6 (5) y 6/1. Australia, en tanto, se puso “a tiro” ante Kasajistán tras vencer en dobles. Lleyton Hewit y Sam Groth se impusieron a Andrey Golubev y Alexandr Nedovyesov por 6/4, 7/6 (4) y 6/2. La serie se juega en la ciudad oceánica de Darwin.