El fútbol argentino vivió un hecho trascendente ayer. Mejor dicho, dos hechos. Y ambos involucran a personajes surgidos acá, en el fútbol rosarino, más precisamente en Renato Cesarini. Del club de los Solari surgió como futbolista Javier Mascherano, nacido en San Lorenzo y quien debutó profesionalmente en River para dar el salto rápido al exterior. Y en esa misma institución que tiene su campo de deportes a la vera de la autopista Buenos Aires-Rosario también hizo sus primeras armas, pero como entrenador, Sebastián Beccacece, quien no jugó al fútbol pero se hizo camino como ladero de Jorge Sampaoli primero para soltar alas después. Uno regresó al país luego de 15 años de ausencia en que fue figura por el mundo. El otro asumió en uno de los capos de Avellaneda, con la particularidad que antes dirigó al otro. Una rareza absoluta.



























