El otro insulto
La dedicatoria de los jugadores de River al presidente de la AFA tras ganar la Supercopa no tuvo la repercusión ni las críticas que correspondían.
22 de marzo 2018 · 00:00hs
"Chiqui Tapia botón,
Chiqui Tapia botón,
vos sos hincha de Boca
la puta madre que te parió".
El fervor de los jugadores de River tras ganar la Supercopa en Mendoza incluyó una dedicatoria al presidente de la AFA que merece algunas consideraciones.
No es la primera vez que un festejo privado en un vestuario se hace público y no será el último.
"Hay que alentar hasta la muerte, porque a Argentina lo quiero, porque es un sentimiento y lo llevó en el corazón... Y no me importa lo que digan esos putos periodistas la puta que los parió".
La selección se clasificó con el último suspiro al Mundial y en el vestuario visitante del Atahualpa de Quito los futbolistas argentinos tuvieron aire para una dedicatoria muy especial que se hizo pública porque Nicolás Otamendi la subió a Instagram. El de River lo subió Lucas Martínez Quarta, varias veces elegido como capitán por Marcelo Gallardo.
A propósito del Muñeco, que no deja de ser un ex futbolista jerarquizado, su porcentaje de responsabilidad es altísimo por ser el principal generador de suspicacias, que en el fútbol argentino se reproducen como hormigas, con una de sus frases: "Macri, Angelici y Tapia nos hacen tener la guardia alta",
Es casi un clásico. Cuando los resultados no aparecen la mayoría de los protagonistas, no todos, asume el papel de pollito mojado acongojado por la coyuntura. Y cuando llegan los buenos resultados, en caso de que lleguen, se transforman en fieras indomables con dedicatorias ridículas a diestra y siniestra de las que deberían hacerse cargo.
Es la discusión de siempre. Los jugadores deberían actuar de acuerdo a lo que representan. Quizás no hayan elegido ser populares, pero lo son. Muy probablemente el endiosamiento de deportistas sugiera algunas rajaduras del tejido social, pero ellos no deberían desentenderse de la realidad. O quizás debería transformarse en imprescindible la preparación de ellos, que en muchos casos provienen de sectores marginados de casi todo, para que el pasaje de la nada al todo no provoque conductas que no corresponden. Si el problema de la violencia en el fútbol argentino es cultural y de educación, los futbolistas deberían ser los abanderados de la refundación. Y para eso los clubes tendrían que cumplir con unos cuantos ítems que fortalecerían los pilares para construir el cambio. Muchas palabras y pocas cabezas puestas a pensar en cambiar lo que está mal.
Muchas veces los jugadores se sorprenden por cómo los hinchas pasan del amor al odio en segundos. Otras se ofenden, con absoluta razón, porque los que insultan o acusan de no poner todo lo que hay que poner.
Y es cierto que es una locura, pero son conductas extremas, fanáticas, que el jugador no debe, o no debería, desconocer porque corre riesgo de transformarse involuntariamente en promotor de esos comportamientos. Por eso es clave que piensen en las reacciones que generan cuando se manifiestan. Son personajes públicos de máxima exposición e idolatría.
Es cierto que lo que pasa en los vestuarios es propio del grupo y en algún punto privado. Tan cierto como que hoy lamentablemente casi nada es privado y menos si sucede dentro de un vestuario. Todo el mundo sabe que es así. Muchos se dan cuenta una vez consumado el hecho. Y el escándalo ya está. Lo más complicado es el clima que se genera.
Para los fanáticos extremos no hay nada mejor que una excusa, por mínima que sea, para potenciar su talibanismo y para ellos la palabra de los jugadores es palabra de Dios.
"Fue la euforia del momento, nunca quisimos agredir a nadie. Se nos habrá escapado ese canto, es un momento que lamentamos", se disculpó Pity Martínez el martes a la tarde.
En el mismo sentido se expresó Lucas Pratto: "Es el presidente de la AFA y está haciendo bien las cosas. Tiene que estar tranquilo con lo que hace. No estuvimos bien, son cosas que quedan ahí en el vestuario".
Lo cierto es que las cosas no quedaron en el vestuario y eso no está bien. Se debería comprender de una vez por todas que lo que está mal, está mal siempre. Al menos Pratto y Martínez lo reconocieron.
El insulto a las personas no está bien nunca. Escrito con sarcasmo, tampoco está bien cuando el destinatario es morocho, de ojos marrones y yerno de un sindicalista top.
Nunca trascendieron insultos (dedicatorias) de futbolistas a Julio Grondona. Y eso que en la última etapa, de muy floja gestión, coincidió con las redes sociales, a las que todo el mundo pone como responsables por no saber manejarlas aunque las utilizan casi febrilmente. Y eso que don Julio tenía varios flancos abiertos. Sin embargo, pegarle a Tapia, ejercicio azuzado desde un amplio sector de la prensa porteña muy solícita con un grupo de dirigentes y todo lo contrario con otros, se convirtió rápidamente en algo sencillo. Quizás no haya figurado en la lista de predilectos en el primer cambio de presidente de la AFA en casi 40 años.
Nacho Scocco también dio su opinión y abrió otro tópico de discusión.
"Estaría bueno tomarlo como parte del folklore del fútbol. Fue un momento de mucha euforia, de alegría, se dio ese canto. Tuvo mucho que ver con lo que representa el presidente de la AFA y la identificación con Boca. Fue el canto después de una alegría. Obviamente que estuvo mal. Pero en ese momento uno se prende".
Habría que encuadrar el folclore del fútbol porque 2018 no es lo mismo que 2000 y mucho menos parecido a 1980. Aquel folclore no es este.
Nacho habla de la identificación con Boca por la presencia masiva de dirigentes hinchas de Boca en la mayoría de los cargos importantes de la AFA. Lo que pasa es que los futbolistas no deberían encarnar al hincha.
Una cosa es hablar de identificación y otra cosa es tratarlo de botón y acordarse de la madre.
¿Se le ocurrirá pensar a Nacho que si Tapia hubiera querido beneficiar a Boca no lo hubiera hecho? No tiene pinta de ingenuo Scocco. De hecho, ayer a la tarde fue bastante contundente: "El día que piense que alguien puede influir en un resultado por ser hincha de tal o cual, se me van a ir las ganas de jugar al fútbol"
"Yo esperaba que (Rodolfo D'Onofrio, presidente de River) se disculpara. Fui a la Justicia, fui a Comodoro Py, para que este partido se pudiera llevar adelante. Nos comprometimos todos, dimos un montón de garantías, hicimos hechos importantísimos que no venían pasando, no sólo de ver el partido juntos, sino de tener acciones en conjuntos para demostrarle a la sociedad que es un juego. Pero bueno, por ahí no todos actuamos de la misma manera. Yo lo hubiera hecho. Por sobre todas las cosas porque hay jugadores de River que me conocen de la selección, que se ponen la camiseta, entonces me parece que no queda bien", le había dicho Tapia a 5RTv el viernes, pero las declaraciones se hicieron masivas por la difusión de Télam el lunes por la tarde.
El martes por la tarde, D'Onofrio contó en La Red que se había comunicado con Tapia a través de Jorge Brito (vicepresidente de River y de la Superliga) el mismo viernes. Admitió que no había visto el video ni se lo habían comentado, pero lo consideró una barbaridad. Poquito para todo, pero algo es algo.
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