"El triundo de un sentimiento", dice el estampado de la camiseta conmemorativa que sacó a la venta ayer a las 10 de la mañana de España Atlético de Madrid tras ganar el miércoles por tercera vez la Europa League (Liga de Europa), la segunda competencia internacional en importancia detrás de la Champions League. En el reverso está la lista de los 29 futbolistas que participaron del título y debajo, en el mismo cuerpo de letra pero sin número dice Simeone. Sólo separado por un espacio más, interlineado para los diagramadores, que muestra claramente que no es el apellido de un jugador pero sí un integrante más de esa lista.
Diego Pablo Simeone es el presente de Atlético de Madrid y el futuro de la selección argentina. El lo sabe, la AFA lo sabe, la prensa lo sabe, la selección lo sabe. Lo que lo separa son los años de futbolista-entrenador que aún tiene por gastar. Es uno más de un grupo cuyo mensaje transciende claramente las estrategias que pueda pergeñar para el funcionamiento de su equipo. Ataca con muchos, defiende con todos dependiendo de las circunstancias y de las conveniencias, pero resalta por sobre cualquier mérito la internalización que logra en los futbolistas de su mensaje extremo. Una especie de retroalimentación salvajemente competitiva.
No para ni un minuto detrás de la línea de cal, su equipo no para ni un minuto de la misma raya hacia adentro. Es el técnico más ganador de la historia del club junto a Luis Aragonés, el Sabio. Cuando llegó al banco rojiblanco, banquillo para los españoles, el promedio histórico de triunfos del segundo equipo de la capital rondaba el 46 por ciento, el ciclo del ex capitán de la selección argentina anda por el 61, por supuesto, el porcentaje más alto en la historia del club.
Con 48 años recién cumplidos, el Cholo transita sus años mozos como entrenador. Más adelante llegarán los tiempos más tranquilos, reflexivos de seleccionador. Todavía tiene mucha adrenalina en el tanque. Quizás después de Qatar 2022 sea el momento.
"Yo siempre cuento lo mismo: dentro de mis ideas como entrenador sí me gustaría dirigir a la selección argentina, pero está claro que hoy no veo esa situación... Es difícil hoy para lo que a mí me gusta porque a mí me gusta estar todo el día ahí, en el campo, trabajando, continuamente compitiendo y la selección eso no te lo da. No te voy a negar que cada vez que suena el himno en un Mundial, en una Copa América, las sensaciones aparecen pero la realidad es lo que cuenta y lo que pienso es que hoy tengo que mejorar como entrenador y que me gustaría llegar a ese lugar con una emocionalidad diferente como entrenador. Me veo en esa situación más grande, habrá que ver si en ese momento me quieren pero eso será otro tema", dice el Cholo cada vez que le sacan el tema.
Y es lógico que se haya pensado en él antes que en otro cada vez que la selección se quedó sin conductor en los últimos años. A Simeone le sobran todas las virtudes que escasean en la selección: personalidad, sentido de pertenencia, adrenalina. Si logró que Atlético de Madrid sea un equipo temperalmente devastador, cómo no lo conseguiría en la selección, donde tendría a su disposición los jugadores y las características que él quisiera. Precisamente ese es uno de los motivos que ponen en duda sus explicaciones de por qué ahora no es el tiempo. Quizás la respuesta verdadera no podría darla por más que se exigiera: del actual plantel de la selección muy pocos estarían aptos y predispuestos para soportar sus niveles de exigencia. Y siempre es mejor no ser protagonista del recambio, sino el entrenador siguiente.
Su sistema es el sistema Simeone más allá de los dibujos que se le puedan reconocer. Un 4-2-3-1, a veces 4-4-2, otras 4-1-4-1, pero siempre con la sobre exigencia de estar tarasconeando los talones del rival. En un fútbol europeo en el cada vez hay menos roces, muy pocos quieren enfrentarse a Atlético de Madrid, probablemente el equipo más intensamente insoportable del continente.
Por si no se entedió de qué personaje se trata, basta con leerlo un poco más.
"Nosotros jugamos tan mal que por eso competimos tan bien. Nos reinventamos continuamente, con futbolistas dando el máximo para seguir compitiendo".
Un Simeone en estado puro, un entrenador fuera de serie que metió en el primer nivel europeo a un equipo que deambulaba entre la mediocridad y la intrascendencia. Un motivador serial capaz de mantener competitivo a un plantel durante años a salvo de cualquier contingencia.
"Por si alguien tenía alguna duda, el Cholismo sigue muy vivo. Después de tres temporadas en las que, pese a competir con los mejores, no había ganado ningún título, el Atlético volvió a saborear las mieles del triunfo en Lyon", encabeza Marca en su edición de ayer.
Alguna vez en Argentina el cholismo se ncorporará a los ismos argentinos y tendrá muchas chances de ser exitosos.
Personalidad, sentido de pertenencia, identificación con el ADN de la selección argentina y adrenalina no le van a faltar seguro.