Es sin dudas el mayor escándalo del fútbol mundial en toda su historia. Por supuesto, toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero la fiscal general de Estados Unidos Loretta Lynch opinó lo contrario, estuvo segura de contar con los elementos suficientes y sacudió todos los cimientos de la Fifa misma, deteniendo a varios de los 14 acusados por casos de soborno y corrupción en la misma Zurich, cuando se aprestaban a reunirse. Son casi todos americanos y no parece casualidad que este impacto ocurra dos días antes de que el ente rector renueve sus autoridades, con Joseph Blatter en busca de su quinto mandato. El suizo, rápido de reflejos, se despegó de las acusaciones, se puso a disposición y señaló a América como eje del mal, pero quedó salpicado, como también el ex vicepresidente de la AFA, el fallecido Julio Humberto Grondona, aunque en el escrito acusatorio su nombre no figuró (ver página 3, “Don Julio...”). Esto recién empieza.
La fiscal Lynch, recién ascendida al grado de general en Estados Unidos, en apenas un mes ya cargó dos casos resonantes. Uno, muy mediático en su país como el peor conflicto racial en Baltimore por la violencia policial. El otro, el que puso patas para arriba al fútbol mundial, el que anunció ayer en conferencia de prensa con las principales autoridades del FBI, luego de la detención, en un operativo relámpago en la misma Zurich donde se inició el 65º Congreso de la Fifa, de siete de sus directivos y el pedido en la misma dirección en otros países, como en Paraguay, donde está internado el ex presidente de la Conmebol Nicolás Leoz, y en Argentina hacia directivos de empresas acusadas, como aquellos, de organización mafiosa, fraude masivo y lavado de dinero para conseguir derechos de TV y sponsoreo de competencias americanas. Entre ellos, el CEO de Torneos y Competencias, Alejandro Burzaco.
Anoche, la embajada de EEUU solicitó a la cancillería argentina la detención de Burzaco (su último tuit dio cuenta que estaba camino a Zurich, desde Londres), y de Hugo y Mariano Jenkis, de la empresa Full Play. TyC anoche desmintió cualquier acto ilícito pero al igual que la Fifa, la Conmebol y la Concacaf se puso a disposición de la Justicia.
La Fifa fue sospechada de recibir sobornos para la elección de Qatar como sede del Mundial 2022, y en menor medida de Rusia 2018, y ahora se le apunta claramente a su ala americana. Casi todos los imputados lo son (excepto un inglés que trabaja para la Concacaf, que fue allanada ayer en Miami) y de hecho, la fiscal Lynch expresó que “desde 1991, la Concacaf y la Conmebol usaron sus posiciones para solicitar sobornos a cambio de derechos de transmisión por televisión y de marketing, y así una y otra vez, año tras año, torneo tras torneo”.
Y la injerencia estadounidense en la cuestión (más allá de las críticas de Rusia, que lo acusó de extralimitarse por pasar sus fronteras jurisdiccionales) se sostiene en la organización, atípica, de la Copa América del Centenario en 2016 en su país. La fiscal apuntó que sólo allí se destinaron 110 millones de dólares en sobornos.
Fueron 9 los imputados dirigentes de la Fifa (7 de ellos presos en Suiza, más Jack Warner y Leoz, quienes están libres aún, pudieron expresarse públicamente y rechazaron las acusaciones) y cinco ejecutivos de marketing deportivo, entre ellos los mencionados argentinos. Pero sin dudas, los coletazos arrastrarán a más personas y si no caló más hondo en Argentina fue porque Grondona ya no está.
Ayer el presidente de la AFA, Luis Segura, no emitió opinión en Zurich, en donde participa del congreso como la mayoría de los principales directivos de la Conmebol, alojados en el hotel Renaissance, entre ellos el presidente Juan Angel Napout. Sólo el titular de la Confederación Brasileña de Fútbol, Marco Polo de Nero, dijo al pasar que “esto no es bueno, es pésimo. Pero tenemos que saber lo que ha pasado”. EEUU solicitó ya los permisos de extradicción. Hasta 20 años de cárcel puede ser la condena. Continuará.