“¿Cuál creo que son los móviles de las amenazas? Esa respuesta no la debo dar yo, mi responsabilidad es mantener la actividad social y deportiva del club; presentamos las pruebas todo en Fiscalía, la respuesta la deben dar la Justicia provincial y nacional”. Así le contestó ayer el presidente charrúa, Carlos Lancelotti, a Ovación, minutos antes de entrar a una reunión de comisión directiva donde se hablaría, entre otras cosas , del último atentado que sufrió esta semana (y por tercera vez) el ex directivo Daniel Guidacci.
En la madrugada de ayer, a Guidacci le incendiaron el garage de su casa (ya le habían roto la puerta a piedrazos y martillazos) y había recibido llamados advirtiéndole que no vaya más al club.
Según Lancelotti, a esta situación intimidatoria (que supo incluir hasta balaceras) “lamentablemente”, se está acostumbrando esta nueva comisión.
“En los ocho meses que estamos al frente del club ya nos amenazaron decenas de veces , por teléfono o con pintadas, nosotros no somos ni investigadores ni policías y nuestras familias y todos nosotros estamos intranquilos”, aseguró el presidente.
Lo cierto es que en el club de Gabino Sosa se vive desde hace años este clima, ”más sucio que una papa”, según dijo un viejo socio por lo bajo. Y las versiones sobre los motivos que las ocasionan son muchas y diversas. Por las amenazas, dos técnicos se fueron del club: Marcelo Vivas y Marcelo Vaquero. Y ahora, muchos dirigentes y socios, decidieron “por miedo” dejar de ir a la entidad que dicen sentir como su casa desde hace décadas.
En el año 2011, Vaquero recibió intimidaciones telefónicas por parte del padre de un jugador, un barra brava que no era el único que quería armarle el equipo al DT. Vaquero se fue de la entidad, volvió en 2012 y el año pasado volvieron a amenazarlo. “Esta última vez, realmente no sé a qué atribuirlo. Ese jugador ya no está en el club. Para mí el tema es extrafutbolístico y me excede”, dijo Vaquero.
Hay quienes dicen que las amenazas venían también de personajes relacionados con el narcotráfico que usaban a la bailanta del club como sede “comercial” (ver aparte). Otros ligan a las últimas agresiones con distintos sponsors de la camiseta de los azules de Tablada, con quienes estarían relacionados algunos de los dirigentes del club. Pero hasta ahí, nada o nadie explica la violencia que se instaló en una institución que pelea por no descender a la D. Un tema que parece quedó en un segundo plano.