¡Estás igual! Le podría decir más de uno a este Central respecto a la versión 2015. Y el margen de error sería ínfimo. Este equipo de ayer, con altibajos, se pareció mucho al que despertó elogios al por mayor hasta no hace mucho tiempo. Otra vez le bastaron 45 minutos para sopapear a Independiente en su propia cancha. ¿Con qué? Con paciencia, sabiduría, juego, concentración, agresividad y algunas otras cosas más. Un puñetazo más para marcar presencia, para ahuyentar de arranque nomás cualquier atisbo de relajación tras la victoria clásica. Otro 2 a 0. Con características similares a lo ocurrido hace apenas 72 horas, cuyo valor es incalculable. Por la sencilla razón de que hoy Central se mira y es líder. Además le sacó a uno de los que pinta como candidato cinco puntos en sólo tres partidos. Qué más decir de este arranque prometedor. Que ilusiona. Analizar lo de anoche es “el” ejercicio. Ahora, despojarse de las sensaciones que dejó el triunfo en el clásico es imposible. Más que nada algunas consecuencias indeseables que eso podía acarrear. Pero no lo fue. Y no sólo eso. Sino que lo que se hizo fue fortificar esa postura voraz de querer ir siempre por más. La categoría del rival pudo haber sido un escollo, pero Central redujo las pretensiones del Rojo a su mínima expresión.