El DT de la selección de fútbol de Australia, Graham Arnold, llamó al arquero suplente Andrew Redmayne y lo mandó a la cancha cuando faltaba un minuto para cumplirse el tiempo reglamentario de la prórroga del Repechaje al Mundial 2022 entre Australia y Perú, que se disputó este lunes en Qatar. Y el hombre se hizo gigante: gracias a su actuación en la tanda de penales, los Socceroos están en Qatar; por culpa suya, el equipo de Ricardo Gareca se quedó afuera. Redmayne mostró una extraña técnica que combinaba la danza y el ridículo, pero finalmente le resultó.
El ingreso del arquero sorprendió a todos, hasta que comenzaron con la ejecución de los disparos desde los 12 pasos. El arquero australiano bailaba y saltaba para distraer a los pateadores peruanos.
Y esa estrategia dio sus resultados. Sobre todo en el disparo del peruano Alex Valera: bailó y saltó antes de que disparara, y luego voló contra un palo para desviar el remate y llevar a su equipo a la cita de fin de año en Qatar. Los oceánicos serán el primer rival de Francia, el último campeón.
Andrew Redmayne pasó de payaso y ridículo a tapar bocas y justificar su táctica. Pero quienes vienen siguiendo su trayectoria afirman que no es de ahora, sino que siempre ha tenido ese estilo. Arnold apostó como Van Gaal y le sirvió, son detalles, meten presión al rival y en estas instancias decisivas más.
De 33 años, el arquero del Sydney FC, jugó siempre en el fútbol de su país: debutó en el A.I.S. y pasó por el Central Coast, Brisbane Roar, Melbourne Heart, Melbourne City, Western Sydney y ahora su actual equipo.
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Hasta este lunes, solo tenía dos partidos en la selección australiana. Su mayor recorrido fue en los juveniles, con dos partidos en la Sub 23 y 25 en la Sub 20.
Su estadística para los penales, en la previa, no parecía decir nada del otro mundo: en tiempo regular, 4 atajados sobre 19. Sin embargo, fue figura en la Gran Final de la A-League de 2019 con un estilo por demás particular: saltos, caminata sobre la línea y cualquier tipo de artimaña física (y legal, claro) para incomodar a sus rivales.
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En aquella ocasión, le sirvió: su equipo ganó la tanda 4-1 y él detuvo dos penales; en uno de ellos, adivinó la intención de picarla de su contrincante.
Esta vez, para tristeza de Perú, también le dio réditos. Atajó el penal decisivo de Valera y eliminó a los de Gareca.