Es un amor germanoargentino que nació por internet hace ocho años entre Célide Peña, rosarina de 34 años y criada en Villa Gobernador Gálvez, los pagos de Pocho Lavezzi, y Udo Zallmall, de 37 y oriundo de Aquisgrán (Alemania). Vivieron un año en el país de él y luego se trasladaron por trabajo a Dublín (Irlanda), donde viven y donde hoy verán la final de la Copa del Mundo entre Argentina y Alemania. Cada uno hinchará por su país, desde el mismo living y la misma pantalla de TV,pero cada uno envuelto en su bandera. Tras el partido, "a lo de siempre", porque para ellos, el fútbol es "muy lindo" pero "es un juego" y el "amor es más fuerte".
Cuando se les pregunta a Célide y a Udo cuánto tiene de prototípico y cuánto de verdad eso de que los argentinos somos pasionales y caóticos frente al carácter alemán, más frío y obsesivamente metódico, ella contesta: "Es ciento por ciento verdad". Y él, en un rosarino fluido y genuino que hasta aspira las eses, agrega: "Eso se ve también en el entusiasmo de las hinchadas. Yo viví esa pasión en Rosario cuando visité por primera vez a Célide: lo que se vive entre los simpatizantes de fútbol de Newell´s y Central no se ve acá. Apuestan la vida en los clásicos. Pero además, los argentinos hablan mucho, son muy sociables y abiertos: mucho más que nosotros".
Hoy verán el partido en el living de su casa, a las 20 dublinenses. Ella se pondrá arlequín y agitará bandera celeste y blanca; él sacará su bandera alemana. Y gastronómicamente también dividirán aguas: ella pondrá empanadas sobre la mesa, él cerveza de trigo. El amor los une y el fútbol los para en arcos distintos aunque sus amigos intentan poner cordura a esa adversidad y les hayan dedicado un dibujo de ellos con camisetas intercambiadas, que tienen a la vista en un lugar privilegiado de su hogar (ver la caricatura en el recuadro).
Célide cree que hoy ganará 2 a 1 Argentina, con goles de Messi y Maxi Rodríguez.
"Ni quiero pensar en los penales, me muero de angustia", admitió. Udo sostiene que, por el contrario, vencerá su país 2 a 1. Y esa corazonada le costó ya una enemistad familiar.
"Mi suegra me dijo por teléfono que era un rosarino trucho y traidor", cuenta muerto de risa este hincha del aurinegro Alemania Aachen, equipo de la regional liga West, y leproso por opción, antes de admitir que no sabe nada de fútbol y que es un "tronco" jugando a la pelota.
Célide y Udo se conocieron como tantas parejas, por internet. Ella nació en Rosario pero se crió en Villa Gobernador Gálvez. El nació en Aquisgrán, una ciudad alemana que conforma la triple frontera con Holanda y Bélgica. Una localidad del oeste germano, conocida por haber sido la residencia favorita de Carlomagno, el lugar de coronación de los reyes alemanes y por sus aguas termales.
Por un tiempo la pasión fue por mail hasta que él decidió venir a visitarla. Allí, hace ochos años, se enamoraron y ya no se separaron más. Célide reconoce ser más fanática del fútbol que él, quien admite que le dedica horas al fútbol sólo en los mundiales.
Vivieron en Alemania pero luego tuvieron que instalarse en Irlanda donde ambos tienen más y mejor trabajo. El trabaja como soporte técnico en una empresa de sistemas y ella como administrativa en un banco. El aprendió a hablar español: es más, incorporó el rosarino. Ella reconoció que nunca pudo hacerse entender bien en alemán. "Los primeros meses me sentaba en los cordones de las calles a llorar, porque nadie me la hacía fácil en Alemania, no me ayudaban", lamenta ella. En cambio Udo reconoce que contó con la "amabilidad de todos: ese es un rasgo que ejemplifica por qué digo que ustedes son más abiertos. En tres meses la cabeza me hizo clic y me di a entender con todos" .
Ovación dialogó con ambos por teléfono cuando en Dublín hacía una temperatura de 20 grados y "curiosamente" no estaba nublado. En Rosario, por el contrario, el frío y la lluvia llenaban de pesadumbre las horas previas a la final.
Si se les pregunta qué jugador eligen como preferido del Mundial, ella dice "Messi", y él que reconoce que ni conoce los nombres de los jugadores alemanes, la mira y repite: "También Messi". La respuesta pone paños fríos. Célide le advierte: "Salvaste la pareja". Y se los escucha desde el otro lado del tubo reír a carcajadas.