¿Cuánto hubiera dado para poder cambiar el nuevo trofeo que consiguió ayer por haber seguido con vida en el Mundial? Seguramente todo. Porque nada cambiará la desazón por la nueva frustración con la selección en Rusia, pero la vida continúa y la mejor forma de dar vuelta la página es reinventarse, conseguir los objetivos que el club empleador busca y, tal vez, volver a intentarlo en el futuro. El último encuentro había sido el mejor suyo en la Copa del Mundo, que terminó con la eliminación a manos del campeón Francia. Y en la noche china de Shenzhen empezó ese camino con todo, ganando la Supercopa de Francia con el poderoso PSG, que goleó 4 a 0 al Mónaco, convirtiendo la apertura del marcador con un verdadero golazo, como el que le hizo a Hugo Lloris, y también el cierre. De yapa, fue elegido como el mejor jugador del encuentro. Angel Di María regresó hecho un demonio.
A los 41' del partido que Argentina perdía bien con Francia 1 a 0, Angelito recibió solo el pase de Ever Banega a 35 metros del arco. La acomodó un poco y sacó un zurdazo impresionante que se clavó en el ángulo superior izquierdo de Lloris. A los 7' del segundo tiempo, de una falta que supo fabricar sobre la izquierda del ataque albiceleste llegó el segundo de Mercado para dar vuelta la historia. Y cuando el futuro campeón los puso en su lugar, después del descuento de Agüero fue por la última patriada. A los 93' recibió de Mascherano por derecha, pensó y en vez de tirar el centro al bulto se la dio en la puerta del área al Kun, que giró y habilitó a Meza. Y ese centro fue interceptado por el propio Di María, que fue a buscar al primer palo, pero como el envío del jugador de Independiente fue a media altura le pegó con lo que pudo y no se dio el milagro.
La dolorosa despedida del Mundial fue el mejor partido de Di María, después de un debut poco feliz ante Islandia (reemplazado por Pavón a los 75') y de un también intrascendente regreso ante Nigeria (sustituido a los 72' por Meza) tras quedar afuera ante Croacia. El grito desaforado en el gol ante el país que lo cobija desde el 2015 trocó en llanto, bronca y vaya a saber cuántas cosas más. Es que, a los 30 años, habrá que ver si tiene la chance de cosechar un título con la mayor en la selección nacional, que se agregue a las conquistas en el Mundial Sub 20 de Canadá 2007 y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
Pero lo dicho. De nada sirve lamentarse y lo mejor que podía hacer el volante zurdo que deslumbró en su aparición en Rosario Central, allá por el 2005, era volver a jugar oficialmente como lo hizo en China.
En este fútbol hiperglobalizado, dominado por los intereses económicos y donde las grandes potencias mundiales cada vez sacan más diferencias, la final de la Supercopa de Francia fue llevada al potente país asiático y todo el marketing obró en consecuencia, con los nombres de los jugadores escritos en las camisetas en ese idioma.
Hubiera sido bárbaro que la 11 de Di María no hubiera estado en la cancha, ya que Kylian Mbappé, elegido el mejor jugador joven del Mundial, ni siquiera volvió al plantel porque sigue de vacaciones tras la conquista en Rusia el 15 de julio en Moscú.
Neymar, que pasó una fase más que Argentina, se unió al PSG en China el jueves y por eso fue al banco y entró un ratito, cuando ya el único equipo de la liga francesa lo tenía definido.
Es tanta la diferencia de PSG con el resto, que como ganó los títulos de la liga y de la copa, el rival fue el subcampeón Mónaco, que no le hizo ni sombra. Claro que el que destrabó el partido fue Di María.
Angelito se perfiló en un tiro libre a casi 30 metros del área, volcado sobre la derecha, y la clavó arriba. Benaglio se estiró como lo hizo Lloris en Kazán, sólo para darle más espectacularidad al remate. Angelito lo cerró también en una contra a los 93', cruzándola de zurda.
Di María quiere sacarse rápido la mufa y empezar de nuevo. Lo hizo como un demonio.