Devórame otra vez

Central volvió a perder y a esta altura del camino ya no es noticia. El canalla sigue envuelto en un crisis futbolística severa, que lo acompaña como una sombra y no le da respiro. "Estoy mal, pero acostumbrado", repetía una y otra vez el inolvidable personaje de historieta Inodoro Pereyra, que nació del genio irrepetible del Negro Fontanarrosa, canalla de pura cepa. Así está Central. Parado sobre una ciénaga que lo atormenta, pero lamentablemente ya acostumbrado a convivir en el pantano de la mediocridad. La derrota de ayer 3 a 2 ante Tigre no hizo más que agigantar la herida y volver a exponer los fantasmas de funcionamiento individual y colectivo en las narices de la multitud auriazul. Tigre se devoró al canalla como una presa que amagó a complicarle la vida, pero al final se entregó mansamente a los colmillos de su verdugo.

Como una copia fiel de las últimas presentaciones en el Gigante, Central comenzó ganando y con un rendimiento convincente. Pero la historia volvió a tener un final desolador. El canalla le ganaba a Lanús y perdió. Vencía a Independiente y se fue con las manos vacías. Y ayer le sacaba dos goles de ventaja a uno de los líderes del torneo, el prolijo Tigre de Diego Cagna, pero se fue desinflando hasta caer rendido a los pies del oponente. Los auriazules volvieron a dejarle servida la reacción al rival y sufrieron otro cachetazo. Encima, fue el golpe de gracia para la despedida del año jugando en casa. Demasiado martirio para los hinchas.

Así, cuando sólo resta cumplir con el calendario en la visita a Godoy Cruz, el panorama no es el más alentador. El canalla está al borde del precipicio en el promedio. Sólo una muy buena campaña en el Clausura le permitirá evitar el riesgo de descenso directo y promoción. Además, la tabla de posiciones denuncia que es uno de los peores equipos del Apertura (sumó 15 puntos sobre 54 en juego).

Claro que en la contundencia de los números no está sólo el problema canalla. Lo más curioso es que hoy Central tiene el presidente (Horacio Usandizaga) que eligieron la mayoría de los socios hace un año y que logró sanear las finanzas. Gustavo Alfaro es el DT de mayor consenso entre los hinchas y desde que asumió no logró enderezar el rumbo. Están el presidente y el técnico que quiere la gente y las respuestas no aparecen. No hay que olvidar que Ezequiel González retornó para beneplácito de todos y sólo parece que no fue remedio. Están los que deben estar, pero las cosas salen como nadie quiere.

Encima cada partido, en especial los últimos de local, parecen un martirio para los jugadores. Salvando la severa lesión en la rodilla que sufrió el Kily González ante Independiente y la dolencia en el talón que sacó a Walter Ribonetto del torneo, se puede advertir un déficit en el aspecto físico. Se acalambró el juvenil Nahuel Valentini e Ignacio Bogino pidió el cambio por una molestia. La cabeza no está bien y el físico no responde. De los cinco refuerzos que lleguen dependerá que se corte o se extienda esta agonía.