Cualquiera podrá pensar que no hay alegría posible para un arquero suplente. Si ya el de arquero es un puesto ingrato (se amarga cuando le hacen goles y siempre está solo atrás para festejar los del propio equipo), ser el segundo parece una condena. Sin embargo, el rosarino Franco Delmoro niega que la cosa sea tan así y asegura que disfruta del lugar en el que le toca estar en este momento.
El guardavalla vio desde el banco cómo el plantel de su actual club, Pacífico de Mendoza, lo bajó a Estudiantes de La Plata de la Copa Argentina al ganarle 3 a 2, jugando muy bien y avanzando así a los 16º de final del torneo. Un atrevimiento inesperado, una hazaña del equipo del Federal B hacia el Pincha de primera y cuatro veces campeón de la Copa Libertadores.
Delmoro no jugó pero dice que tiene "una alegría inmensa", que desde donde le tocó estar apoyó al grupo y no dudó en decir que su equipo hizo "historia".
"Hace poco tiempo dejé el fútbol porque no sabía si esto era lo mío, pensé que iba a seguir pateando sólo desde la canchita de mi barrio, pero seguí, aposté al fútbol: imaginate lo contento que estoy de ser parte de esta victoria inmensa", le dijo ayer a Ovación este jugador de 23 años, de barrio Cristalería, un verdadero laburante de la redonda, como la mayoría de los jugadores del fútbol argentino.
Empezó a jugar a los 4 años en el club 1º de Mayo, de barrio Rucci, luego se fichó en Banco, jugó unos tres años en las inferiores de Central, pasó a Defensores Unidos de Rosario, a Unión de Cruz Alta (Córdoba), volvió a Banco mientras entrenaba arqueros en Central y a principios de año jugó en Belgrano de Serodino.
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Pacífico con el cheque de AFA tras ganarle a Estudiantes, en Banfield.
Las historias como las de Delmoro obligan a andar con los pies sobre la tierra, a entender de una vez por todas que el destino obligado de quienes juegan a la pelota no es necesariamente ser jugador de primera; ni siquiera de un equipo grande del país o del exterior y nadar en dinero. Franco es de los tantos que se fue de Rosario, dejando familia, amigos y novia para probar suerte en otra provincia y ganar unos 15 mil pesos (más hospedaje y comida). Bastante más que lo que se cobra en una liga santafesina: un promedio de 3 mil pesos por partido.
Hace un mes su último destino fue General Alvear, una localidad ubicada al suroeste de Mendoza, sobre el río Atuel, de poco más de 30 mil habitantes, a 300 kilómetros de la capital mendocina, lejos de la cordillera y donde aún se duerme obligadamente la siesta.
Una ciudad que sufrió varios sismos. El último fue provocado este fin de semana por el albinegro Lobo del Sur, un equipo con 13 publicidades en la camiseta, con la mayoría de sus jugadores amateurs y dedicados a jugar a la pelota pero también a trabajar de pintores, preceptores de colegio, profesores de educación física o repartidores de agua.
"Y los muchachos se las arreglan: practicamos de lunes a sábados. Yo por la mañana voy al gimnasio y a la tarde entreno. A diferencia de muchos, puedo trabajar de esto que me gusta", dijo Delmoro.
La epopeya de Pacífico fue en cancha de Banfield. El club mendocino se puso en ventaja muy temprano con un gol de cabeza de Federico Amaya a los 11 minutos de juego, mientras que a los 19 sumó Ivo Hong. A los 27, a través de un veloz contraataque, descontó Juan Otero para el equipo de Nelson Vivas. Y al minuto del segundo tiempo estampó el 3-1 Maximiliano Montiveros. Pacífico fue incontenible como un océano frente a un Estudiantes de La Plata que no lo podía creer. A pesar de que convirtió Lucas Rodríguez, a los 33' de la etapa final, Estudiantes no pudo superar al rival y eso le significó hacerse de un cheque de la AFA de 560 mil pesos y le costó el puesto al técnico pincha quien renunció ayer por la mañana (Lucas Nardi será el entrenador interino).
Una vez más David venció a Goliat (aunque en esta saga no hay que dejar de lado a Defensores de Belgrano de Villa Ramallo, que eliminó también al platense Gimnasia y Esgrima).
Delmoro contó que al subir al colectivo, a todo el equipo le sonó el celular sin cesar. "Familiares y amigos que nos habían hecho el aguante no esperaron para llamarnos", dijo el arquero suplente.Mientras tanto, la gente copó las calles de la ciudad celebrando la gran victoria.
"Siempre digo que hay personas mejores y con más suerte que uno, que pueden jugar en primera y ganar campeonatos y dinero. Pero no hay que dejar de soñar porque en la cancha somos once contra once. Nosotros nos propusimos ir a cada pelota como si fuera un campeonato del mundo, un clásico contra Los Andes, y lo logramos", dijo el pibe que siempre admiró al ex arquero alemán Oliver Kahn y respeta a Nahuel "Patón" Guzmán y a Jorge "Fatura" Brown. El mismo que tiene, en una muñeca, grabados los nombres de sus abuelos y bisabuela y ,en otra, la frase: "Si volviera a nacer no cambiaría, sería igual, tendría a mi padre, madre y hermano". Alguien que disfruta de estar donde le toca estar, nada menos.