Toda la pasión se instaló en el Monumental. Como en las viejas épocas. Esta vez la gente hizo explotar el estadio con el fin de empujar a la selección nacional hacia los puestos de vanguardia. Pero ni eso alcanzó para conmover a un equipo que se fue silbado, excepto Lionel Messi. El rival invitaba para que se armara una fiesta y se pudiera gozar de los goles que hasta ayer le habían sido esquivos. Y el recibimiento, con fuegos artificiales y música de fondo, hizo latir con intensidad todos los corazones argentinos. Pero todo terminó en profunda desazón.
En distintos lugares de la ciudad los carteles indicadores informaban que a las 15 una amplia zona cercana a la cancha iba a estar cerrada. Las expectativas pronosticaban una multitud de almas que iban a dar el presente. Y esas presunciones se cumplieron porque tres horas antes de que arrancara el juego las calles en Núñez se plagaron de camisetas celestes y blancas. Y la bondiola asada fue la gran vedette de la jornada y le hizo sombra al clásico choripán. Sampaoli quería el respaldo total de la gente y su equipo lo tuvo.
Todo era entusiasmo y confianza porque enfrente iba a estar Venezuela, la selección colista de las eliminatorias y que sólo competía por el honor como lo viene haciendo desde hace varias fechas. El mismo se acrecentó en la bolsa de los valores anímicos cuando Bolivia hizo valer su poderío en casa y venció a Chile por la mínima diferencia para estancarlo en la tabla y cederle la chance al equipo de Jorge Sampaoli de superarlo en puntos. Y, a la vez, Colombia rescató una igualdad con el clasificado Brasil.
Todo a pedir de boca. Todo era expectativa. Cuando cada uno de los jugadores fueron anunciados, sin dudas que Messi se llevó la mayor ovación, pero detrás de él aparecieron Mascherano y Di María. El detalle: cuando llegó el turno de Mauro Icardi también hubo una ovación que sonó en los cuatro costados de la cancha. Lo único que igualó el final fue el aplauso a Leo (ver aparet). Lo demás fue reproche pero hasta en ese gesto hubo resignación e incredulidad.