El sacudón que está dando Nadia Podoroska a sus 23 años en el circuito profesional del tenis, habiéndose metido en la élite con unas inolvidables semifinales en Roland Garros hace algunos días no sólo está moviendo el presente del tenis femenino argentino, sino también su propia historia. Y esa propia historia la lleva a su mismísima ciudad de origen: Rosario, donde existió una pionera, Mary Terán de Weiss. Con Nadia, casi sin proponérselo, reaparece obligadamente la figura de Mary, la que abrió el camino, la primera Top Ten argentina (hombre o mujer). Son ellas las rosarinas que más lejos llegaron. Una es pasado, la otra presente y futuro. Y aunque hayan pertenecido a eras diferentes, sus historias se tocan.
Rosario tiene un honor que tienen pocos. Es cuna de deportistas de muchísimo talento que trascienden las propias fronteras. Hipótesis de por qué sucede hay muchas, certezas ninguna. Pero el privilegio los pone ahí, al alcance de la mano y en cierta medida los hace terrenales. Ocurre en todas las disciplinas. El tenis no es la excepción y por eso la irrupción de Nadia Podoroska entre las mejores 50 del ránking mundial hace que la historia vuelva a a interponerse para recordar y poner en valor a la primera rosarina que hizo ruido en este deporte: Mary. Ni más ni menos.
Solamente 17 mujeres argentinas lograron meterse entre las mejores 50 del planeta. De ellas, Mary Terán de Weiss fue la primera.
La de Mary fue una vida dura. No sólo por la época en la que le tocó vivir, sino porque los acontecimientos sociales y políticos que rigieron ese contexto delinearon incluso hasta el fin de sus días.
María Luisa Beatriz Terán, tal cual su nombre completo, nació en Rosario el 29 de enero de 1918 en el seno de una familia modesta que comenzó a ir al club Rowing cuando ella apenas tenía 12 años. En ese club su papá era el bufetero. Desde allí, su ligazón con el deporte se haría eterna. Fue entonces cuando el tenis apareció en el horizonte y generó tanta curiosidad que los primeros golpes los dio empuñando una guitarra en desuso que tenía en la casa. Si bien ya entonces mostraba talento para varias disciplinas, incluidas el remo y la natación, el deporte blanco ganó la pulseada y en el siguiente cumpleaños el regalo fue una raqueta.
El andar fue tomando tinte de película. Mary pasó luego por Remeros Alberdi, pero fue jugando para Plaza Jewell que terminó de afianzar ese amor, ante la devoción que le generaban los tenistas de renombre que pasaban por Rosario, una ciudad que empezó a quedarle chica como también le fueron quedando chicos los torneos nacionales. Desde Atlético dio el salto a Buenos Aires. El talento a la vista aceleró el crecimiento y le dio un vuelo liviano y a la vez intenso que poco a poco la llevó a recorrer los rincones del mundo desplegando un tenis exquisito, ya en buena parte de su recorrido junto a su esposo Heraldo Weiss, también tenista.
Así, Mary Terán se convirtió en la década de 1950 en la primera argentina (hombre o mujer) en convertirse en Top Ten, específicamente fue 10 en 1952 en un momento en el que los ránkings eran confeccionados por los registros de los periodistas. Con fuerte injerencia en el plano internacional, Mary terminó alzándose con más de 100 títulos, incluido el Plate de Wimbledon, de los más relevantes de su carrera.
Sin embargo, hay un aspecto que es eje central cuando se habla de Mary Terán de Weiss, porque ella fue “la tenista del pueblo”, la tenista fuertemente ligada al peronismo que en 1955 debió exiliarse tras el golpe militar y por esa razón condenada al ostracismo y al rechazo. Dicen los que más cerca estuvieron de ella que aquel alto costo fue el que terminó acabando con su vida en 1984, con un trágico final. Empujada al abismo y a la soledad, a una depresión incurable producto de la persecución y la condena por su ideología, Mary se arrojó de un séptimo piso en Mar del Plata, donde murió. Brilló como deportista mujer en una época por demás de conservadora (entre el '40 y '50 fue su esplendor) pero también incomodó a las clases altas y a la élite, entre otras cosas, intentando hacer del tenis un deporte popular, llevándolo a los estratos más bajos, viéndolo como oportunidad.
Salvando las distancias entre la Era no profesional, la de Mary y ésta, la Era Abierta y profesional, la irrupción de Nadia Podoroska, sensación con su semifinal en la primera participación en un Roland Garros de mayores y llegando desde la clasificación, vuelve a poner el tenis de Rosario en primer plano. Nadia llegó a París como la número 131 del mundo y se fue siendo 48, Top 50, en ese mismo lugar de privilegio que supo ocupar Mary. Otra rosarina, Viviana González Locicero, logró ser 40 en los '70, pero sin esta furia con la que parece haber llegado la Rusa, con ganas de sacudir estructuras.
Podoroska nació en Fisherton el 10 de febrero de 1997. Una pelotita de tenis que cayó perdida en su patio fue el guiño que le propició la vida, la primera señal de lo que iba a ser. Esa pelotita y las tardes de paleta en la playa con papá. Nadia Podoroska también era una nena inquieta, no empuñó ninguna guitarra como raqueta para convencer a nadie de que quería jugar al tenis. Simplemente lo exigió a los 5 años y por eso la llevaron a una escuelita del barrio en la que era la más chiquita de los peques.
Con 14 años ya estaba convencida de que el tenis iba a ser su estilo de vida, su profesión. Dejó el colegio presencial y se lanzó al mundo envuelta en ilusiones y de la mano un entrenador particular, con el que estaba en una academia desde que cumplió los 10. Detrás de ella, una familia se mordía los labios antes las dudas, pero nunca anteponiendo el miedo a los sueños de esa nena rubia de derecha selecta.
Tardó en llegar el gran salto de Nadia en el circuito profesional. Porque fue recién ahora que pudo acaparar la atención del planeta tenis tras años de altibajos y mucho sacrificio. Salida de una familia de clase media, siempre se opuso a poner en jaque la economía del hogar en pos de sus anhelos, lo cual le implicó atravesar más sacrificio y más presiones. Muchas. Tuvo momentos altos, quizás prematuros y otros muy bajos, hasta inciertos. La decisión de los cambios y la paciencia, más un nuevo equipo de trabajo y una madurez digna de admiración y necesaria para dar grandes golpes, posibilitaron que Podoroska haya tenido en el mejor año de su carrera hasta ahora, el 2020, el salto de calidad necesario en París.
Ahora, le viene lo más difícil, consolidarse. Si bien ella misma viene superándose semana a semana, cada día es un nuevo desafío. Aquella medalla de oro panamericana de Lima 2019 que la posicionó debajo de las luces (logro que también en 1951 consiguió Mary) y que le permitirá estar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (pospuestos para 2021), que fue un click en su carrera, hoy ya mutó a logros mayores como este Roland Garros que deberá ratificar, ya metida entre esas 50 que además la obligarán a competir en el más altísimo nivel.
Así, Podoroska, que dejó boquiabiertos a muchos plantándose en la mítica Philippe Chatrier, también demostrando empatía, conciencia social y solidaridad por su país, golpeado y atravesado por la pandemia del Covid-19, se erigió casi sin proponérselo en una nueva líder, en una líder potenciada por la creencia en la igualdad de oportunidades y comprometida con su entorno y sus ideales. Como a su coterránea pionera, pero con las formas contemporáneas, como son las redes sociales, recibió también muestras de odio de ciertos sectores que la rechazan por ser, supuestamente, kirchnerista o peronista. Algo que ella nunca dijo públicamente, pero que en el país de la grieta se dio por hecho por haber declarado su admiración por el filósofo Darío Sztajnszrajber. Eso le valió que muchos expresaran en Twitter su deseo de verla derrotada.
Se insiste. A Nadia Podoroska le queda mucho camino por recorrer y no hay comparación posible con Mary, ni por épocas ni por logros, pero sí mucho en común. Igual, algo es innegable. Su juventud y sus ganas, su tenis y su reciente ascenso a la élite vienen a redimensionar a aquella tenista estelar que también nació en Rosario y que fue una verdadera pionera. Entre Mary Terán de Weiss y Nadia Podoroska vive el tenis de Rosario. Y de Argentina. Porque de excepcionales mujeres deportistas se trata este asunto.