De las derrotas se aprende. Son crudas, crueles, pero siempre se les puede sacar algo positivo. En ese sentido, de la que ayer sufrió Central Córdoba puede destacarse que el equipo dio muestras de que tiene material para darle pelea a cualquiera. Le falta ajustar detalles y, por que no, también algo de suerte. Ayer ante Platense jugó los primeros veinte minutos de manera impecable. Lo hizo con el fútbol que le gusta a su gente, pelota al piso, toque, rotación y sorpresa. Así, tempranamente se puso en ventaja pero luego no pudo sostener esa diferencia y terminó cayendo por 2-1 ante el ahora puntero de la Primera B Metropolitana.
El arranque invitó a soñar. Porque el charrúa rápidamente se adueñó de la pelota y con ella del protagonismo de las acciones. Fue un equipo vertical, con salida por ambos laterales, pero optando preferentemente por el lado izquierdo, con Villagra, Lazo y Mologni. Y precisamente desde allí nació el primer gol. Un pase en profundidad al área fue bien capitalizado por Mologni quien con un derechazo fuerte y abajo dejó sin chances a Pérez y abrió el marcador.
Lejos de contentarse, el conjunto de Marcelo Vaquero siguió buscando y apenas dos minutos después casi estira la diferencia con un remate de Lazo que se estrelló en el travesaño cuando el arquero calamar ya estaba vencido.
Por ese entonces Córdoba se mostraba como un equipo compacto, compensado, de buen juego, sólido en la última línea, con buena recuperación en el medio (sobre todo por parte de Vigna y Cerutti) y con mucha peligrosidad en el ataque, pero sobre todo con la iniciativa propia del que quiere ser protagonista.
Pero esa superioridad se fue diluyendo cuando Platense tomó la posta, adueñándose del mediocampo. En los pies de Olivares comenzó la recuperación del Calamar ya que, junto con Vergara, supieron administrar la pelota y abastecer a Matos y Godoy, dos delanteros muy peligrosos.
Precisamente Matos, a los 24', prendió la señal de alarma cuando su cabezazo se fue muy cerca del palo derecho de Leguizamón. Unos minutos después, a los 28', el remate de Rutili hizo que el esfuerzo del arquero charrúa fuera estéril, estableciendo el empate.
De ahí hasta el final las acciones fueron entretenidas ya que el partido se hizo de ida y vuelta y todo hacía pensar que en los segundos cuarenta y cinco minutos la cosa no cambiaría.
No fue así, en el arranque del complemento el gol de Marcos Godoy, tras un quedo increíble de la defensa, estableció el 2-1 y modificó sustancialmente las cosas.
A De Bruno no le salió una, Cerutti empezó a perder pelotas y Villagra a jugar con intermitencias. Así Platense se fue agrandando a la par que el charrúa se iba desdibujando.
Y ya en ventaja, el Calamar mostró picardía y mañas para cerrar el partido. Supo a lo que jugaba y sin moverse de su libreto hizo su negocio. Con jugadores de experiencia se cerró muy bien atrás, manejó la pelota a gusto y esperó que el reloj hiciera su trabajo, dándole un duro revés al conjunto charrúa, que no logra sacarse la mufa de encima.