Las palmas en los minutos finales del partido lo decían todo. Argentina con más aciertos que errores goleó con absoluta justicia 4-0 al débil Ecuador. Esto le permite ser el único líder de la eliminatoria rumbo a Brasil 2014. Si bien nadie puede menoscabar que desde los números hubo un saldo redondo, lo más importante para la multitud que copó el Monumental fue otra cosa. Tal vez más positiva y contundente que el premio estadístico de la victoria. Y fue ni más ni menos que la noche de fútbol sobresaliente que entregó Lionel Messi con sus amigos de ataque. Una Pulga endemoniada, que guió al equipo al triunfo a partir de gambetas fabulosas, pases certeros y un golazo incluido. Argentina tiene a su líder futbolístico comprometido más que nunca con la causa albiceleste.
Es cierto que no se puede soslayar que el rival fue poco más que un espanto en todas sus líneas y prácticamente se entregó antes del entretiempo. Tampoco se pueden obviar algunas desinteligencias conceptuales en la defensa albiceleste, las que si se comenten ante oponentes de fuste se pagan con goles. Hechas estas aclaraciones hay que ponerle un moño a la actuación de Messi, que estuvo bien rodeado por sus compañeros de ataque.
Porque antes estos rivales que vienen apenas a defenderse no siempre se marca tal predominio ofensivo como el que plasmó el equipo de Sabella. Esto fue lo más positivo de la noche. El juego de ataque. Argentina cuando está entonada sin dudas tiene la mejor delantera del mundo. Lo que no es poco.
Respecto al juego en sí, Argentina tejió el mejor primer tiempo de mucho tiempo a esta parte. Una etapa inicial magistral, de alto vuelo a la hora de atacar y con contundencia en la red. Atrás casi no sufrió.
A los 20’, cuando Messi ya había dejado claro en un par de arranques que estaba iluminado, Di María se contagió y con una gran asistencia le dijo a Agüero corre y hacelo. Definición soberbia del Kun.
Enseguida el diez rosarino inventó un arranque electrizante desde la mitad de la cancha, que arrastró al mareado fondo ecuatoriano y le sirvió el segundo a Higuaín, que no perdonó.
Claro que la Pulga merecía el suyo y tuvo premio. Messi volvió a acelerar como sólo el sabe, abrió a la derecha para Higuaín, que se la devolvió como en el campito, de primera, y el diez sacó un terrible sablazo que decreto el tercero. Estalló el público. El romance con la gente ya es irrefutable.
En el complemento hubo algunas gritas atrás y pérdidas de pelotas en el medio, pero Messi siguió haciendo de las suyas. La Pulga apiló camisetas amarillas, hubo un desvío en su remate y Sosa tuvo lucidez para ver la entrada de Di María. Angelito clavó el cuarto de volea.
La selección ganó bien a partir de un Messi inspirado y ratificando con la pilcha argentina que es el mejor del planeta. Al equipo le falta muchísimo por corregir en el retroceso, pero con los delanteros de lujo le alcanza para mandar en las eliminatorias sudamericanas.