Las urgencias en cuanto a resultados que demanda el fútbol argentino hace que los clubes se devoren a muchos chicos que estuvieron más de 10 años en el club y después tengan pocas chances de mostrarse en primera. Uno de estos casos es el de Félix Banega. Un volante que salió campeón dos veces en inferiores de AFA (en 9ª y en 6ª división) con la categoría 1996 que tuvo como figura principal a Giovani Lo Celso. Pero que al igual que muchos futbolistas de su categoría tuvieron que buscar otros rumbos.
¿Qué recuerdos tenés de tu paso por las inferiores de Central?
Tengo los mejores recuerdos. Con el paso del tiempo uno se va dando cuenta lo difícil que es salir campeón en inferiores de AFA para el club, más allá de que no sea lo más importante. Uno se prepara para ganar y con ese grupo queríamos ser los mejores. Llegaron varios futbolistas a primera. Recuerdo que con la categoría 1996 ganábamos casi todos los torneos en Rosarina y nos decían que en AFA no iba a ser lo mismo. En el torneo del primer semestre en 9ª división salimos segundos detrás de Boca pero en el segundo semestre pudimos salir campeones. Sacando al Monito Lo Celso, que le pudo dar mucho al club, creo que había jugadores que no tuvimos la chance de mostrarnos y que le podríamos haber dado muchas alegrías al club. En inferiores siempre me tocó ser titular y cuando llegás a primera te sentís un poco relegado y se nota mucho el cambio. El paso por las inferiores de Central me sirvió de mucho, ya que tuve buenos técnicos y coordinadores. Hoy me doy cuenta jugando en la B Nacional que esas cosas te ayudan en el profesionalismo y sacás diferencias.
¿Qué te faltó para tener más minutos en primera?
Soy muy autocrítico conmigo. No me gusta buscar excusas en otro lado. Creo que me faltó más tranquilidad, paciencia y darme cuenta de que en primera tenía que mostrar todo de vuelta, ya que cuando llegás al plantel profesional sos un desconocido y tenés que comenzar de cero. Tal vez no acepté eso porque estaba jugando bien en reserva y no tenía chances en primera. Ahí me faltó paciencia. Quizás con Leo Fernández, como jugué siempre con él, a lo mejor hubiese tenido más chance. Y desde el lado del club faltó un proyecto. Ya que si subís a un chico y le pedías que en dos partidos demuestre todo lo que hizo en inferiores estás equivocado. Cuando en la reserva que salió campeón había jugadores de 21 o 22 años y llegaban a primera lo hacían preparados. En cambio a nosotros si a los 21 años estábamos en reserva nos pedían que nos fuéramos a préstamo.
¿Cómo evaluás tu etapa en San Martín de San Juan?
Si bien no jugué mucho la califico como buena. En reserva jugué 5 partidos y marqué 5 goles. En primera estuve varios partidos concentrado y quedaba afuera del banco o jugaba poco. Era la primera vez que me iba de Central y eso me abrió la cabeza, ya que vi hay otros clubes que te abren la puerta para hacer lo que yo amo que es jugar al fútbol y ser profesional. Cuando me fui del club tenía mucha incertidumbre porque era un mundo nuevo pero me sirvió para conocer mucha gente del fútbol y que no todo terminaba en Central.
En el segundo semestre de 2018 volvió al club cuando Edgardo Bauza estaba en la primera y el Kily González en reserva.
¿Cómo encontraste al club en tu vuelta?
Habían modificado muchas cosas y habían cambiado muchos técnicos. Llegó el Patón y no sé si por decisión de él o dirigencial, siendo jugadores de primera nos hicieron entrenar en reserva junto a Matías Mansilla, Rodrigo Migone y Renzo Alfani. Con el Kily jugué varios partidos en reserva y me dio confianza. Pero los dirigentes le pidieron que tenía que bajar la edad del plantel de reserva. Era una situación incómoda porque no podíamos jugar ni en reserva ni en primera. El club hoy tiene un proyecto de darles cabida a los más jóvenes. Ahora un chico de 7ª o 6ª sube a reserva. Y en nuestra época, aún saliendo campeones dos veces en inferiores, excepto Lo Celso, teníamos que hacer más méritos. No se si está bien o mal, pero ahora es distinto.
¿Cómo te llega la propuesta de Central Norte de Salta?
Estaba entrenando junto a Mansilla, Alfani y un profe y ni siquiera podíamos tocar una pelota. Salió la chance de jugar en el Federal A y tuve la mala suerte de que me desgarré. Me recuperé, pude jugar y cuando estaba por ir a Perú se cayó por la pandemia.
¿Y tu actualidad en Mendoza?
Hoy estoy muy feliz acá. Lo sufrido vale la pena y las cosas fáciles no son buenas. Nunca dejé de entrenar y siempre estuve motivado para cuando llegue la chance. Acá en Mendoza siempre estuve entre los 18 y jugué el 80 % de los partidos como titular. Nunca bajé los brazos, hay que darle para adelante. Solo quiero jugar y ser feliz dentro de una cancha.
¿Central es un sueño pendiente?
Más que un sueño pendiente, porque si bien jugué poco mi objetivo que era jugar en la primera de Central lo logré, es una espinita que tengo. Me preparé toda la vida para consolidarme en Central. Ojalá que en el futuro pueda tener revancha pero eso está en mano de Dios. Uno nunca sabe lo que le depara el destino. Trato de no pensar en eso y mejorar día a día.