El reclamo: la actuación de Mario Prieto. Todos le cayeron el árbitro, especialmente los hinchas,
quienes estuvieron a punto de provocar la suspensión del partido cuando apenas faltaban dos minutos
por arrojarle proyectiles a uno de los jueces asistentes cuando el resultado (2-4) ya estaba
sellado, lo insultaron cuando se retiraba y motivaron que el juez fuera sacado por otra puerta.
Jugadores y cuerpo técnico aportaron sus críticas pero estuvieron muchísimo más moderados.
El análisis: Prieto por momentos hizo gala de su pedantería y hasta
llegó a exasperar los ánimos dentro y fuera de la cancha, pero la roja directa que le mostró a
Hernán Ferri a los 42’ del primer tiempo, con Central Córdoba arriba en el marcador producto
del penal que Bezombe (bien convalidado) había convertido a los 29’, fue correcta. Es que
Cicuta fue muy fuerte contra Villalba cuando el delantero ya estaba en el piso. Hasta el propio
Bezombe reconoció que esa roja estuvo bien. Lo mismo ocurrió con la expulsión (también de manera
directa) a Cristian Calabrese a minutos del final por exceso verbal. “Me expulsó bien”,
se sinceró el Pelado.
¿Y en el medio de todo eso? Tristán Suárez —rival directo de
Córdoba por el ingreso al Reducido— aprovechó el envión anímico que significó la expulsión de
Ferri y llegó al empate tras el penal (clara mano de Acosta) de Villalba. En el vestuario Forgués
rearmó el mediocampo y sacó un delantero, por lo que el lechero pasó a ser el dominador absoluto
del partido. Igual, la ventaja llegó tras un quedo terrible de Santilli (perdió en el salto dentro
del área chica) que Villalba aprovechó a los 14’. El ímpetu que Córdoba le puso al partido en
los minutos siguientes fue de lo mejor de la tarde. A raíz de ello llegó el gol de Cruz (20’)
como corolario de una gran asistencia de Bezombe.
Pero la cosa no tardó en complicarse. Tras un córner, entre De Jesús y
Santilli permitieron, dentro del rectángulo menor, que Delgado impactara con el pie sin mayores
inconvenientes. A partir de allí la desesperación hizo el resto. Córdoba pudo haberlo empatado
cuando Jorge Del Bono estrelló su remate en el travesaño en el primer minuto de adición, pero a esa
altura la defensa charrúa otorgaba menos garantías que un discurso de Roberto Lavagna. Por eso,
sólo con Cruz aguantando, Vinaccia encaró por derecha y decretó el cuarto, haciendo que los ánimos
llegaran a niveles de ebullición.
La conclusión: Prieto, de apenas discreta actuación, no es culpable de que a Ferri se le
salte la cadena en un momento clave, que Calabrese se vaya de boca o que Santilli dude como dudó
ayer. No fue todo malo lo que hizo Córdoba, pero para potenciar lo poco de lo bueno que mostró
hasta aquí debe aprender de sus propios errores. Esos mismos que ayer lo autodestruyeron. l