Siempre el dueño de casa es candidato a llegar a la final, y Chile cumplió. Lo mínimo de su objetivo apuntaba a eso, lo buscó desde el primer partido y lo conquistó anoche, con trabajo y esfuerzo, para dejar en el camino a un duro Perú. Ahora, a los dirigidos por el casildense Jorge Sampaoli les quedará esperar rival, mirar con atención el choque entre Argentina y Paraguay de hoy, no para elegir sino para palpitar lo que será el partido decisivo en un estadio Nacional de Santiago que estará al rojo vivo.
Chile volverá a disputar una final tras 28 años. Un dato que no es menor y todos los chilenos esperan que esta vez sea la vencida, porque consiguió llegar a esta instancia cuatro veces y todas la perdió.
Lo que no perdió la Roja fue la paciencia para ir por el triunfo ante el Perú del argentino Ricardo Gareca. Y eso se notó claramente en que cuando recibió el duro golpe del 1-1 sobre los 60’, sólo tardó tres minutos para volver a ponerse en ganador. Y desde ahí defendió la diferencia para celebrar.
El dueño de casa contó con una gran ventaja de jugar con uno más desde los 20’, cuando Zambrano vio la roja por doble amarilla (planchazo a Aránguiz). Pero tuvo que esperar hasta el minuto 42 para ponerse en ventaja, cuando Eduardo Vargas aprovechó una jugada enredada, en la que arrancó con un pie adelantado.
Y fue el hasta ahora artillero de la Copa América el héroe, a quien le gustó una pelota que le quedó afuera del área en una mala salida peruana y la clavó por arriba del arquero Gallese para llenarse la boca de gol y hacer delirar a todo Chile.
Desde ahí, desplegó su potencial ofensivo pero siguió con la ineficacia que arrastró en la Copa y no pudo definirlo antes. Igual mantuvo la ventaja y ya sueña con la final.