Central Córdoba no irá volando, pero sí camina firme por la avenida que conduce a Ezeiza, donde lo está esperando el estadio de Italiano, en el que se definirá el ascenso a Primera B. Es que si bien aún faltan 90’ de la final del Reducido, ayer el charrúa se llevó de la cancha de Midland un 2 a 1 prácticamente decisivo.
Un empate ya era buen resultado. La victoria, ni hablar.
Por eso, cuando Marcos Figueroa lo puso en ventaja a los 28’ el sueño empezó a tomar cuerpo. Cuando a los 76’ hizo gritar a toda Tablada el 2-0 aún más. Y ni el descuento en la agonía del tiempo adicional de cinco minutos, con un penal, borró las sonrisas. Es que para que la historia cambie, debería suceder una catástrofe, que Córdoba pierda por dos goles la revancha en el Gabino.
Serie liquida... Da la impresión que sí. Porque si bien Midland demostró ser un oponente complicado, no exhibió mucho más que empeño. Buscó el partido pero no supo convertir.
Es que el equipo dirigido por Marcelo Vaquero se paró bien. Firme. Sabiendo a qué jugar y cómo llevar a la práctica la teoría.
Las primeras tres pelotas que llegaron cerca de su área fueron revoleadas a la calle o a la tribuna. Sin vergüenza, para demostrar que sabía cómo decir presente sin asustarse. Después la defensa le ganó al ataque local con una gran tarea de Killer como abanderado. Y si los grandotes rivales le daban al arco desde lejos aparecía un atento Leguizamón para atenazar la pelota.
Y adelante el charrúa perdonó una vez y corrigió al toque. Figueroa no pudo en la personal por egoísta a los 25’. En cambio, estuvo más que atento a los 28’ para que se repitiera la jugada del gol del último partido ante Berazategui: De Bruno la cortó por el medio y Marcos picó justo para primerear a todos y definir sobre la cabeza del arquero Barrera.
Eso sí, también apareció la cuota de suerte necesaria en la jugada siguiente, cuando le quedó a Cérica para probar los reflejos de Leguizamón y el arquero charrúa la sacó con sus pies.
Con la ventaja jugó el equipo. Y pudo aumentar (Fabello no pudo con el arquero a los 39’) y para ceder, pero otra vez Juan Cruz se quedó con un cabezazo del otro Figueroa (42’) y un disparo de Villalba (44’).
La lluvia intensa durante la etapa final hizo más emotivo el juego. Midland atacó y Córdoba aguantó sin encerrarse, sabiendo salir de contra, jugando plenos a ganador. Tanto que fueron más claras sus chances que los intentos desesperados del anfitrión, que estuvo cerca pero no concretó porque Aguilar tuvo más intención que incidencia para rematar al arco (62’) o conectar una pelota de gol (72’).
Los goles fallados de un lado entran en el otro. Los goleadores no perdonan y Figueroa le dedicó el segundo a su papá. La metió en profundidad Cerutti y el artillero bien habilitado la tiró larga para superar a Barrera y definir con arco libre.
Triunfo asegurado y a otra cosa. Aunque Midland no bajó los brazos y Diego Figueroa sacudió el travesaño a los 91’ y tuvo el premio del penal en el final como consuelo.
La historia de la primera final ya estaba definida. Y a la última página del Reducido sólo le resta ponerle el broche final con lo que sucederá en el Gabino Sosa. Eso sí, el siguiente capítulo es una incógnita, aunque ya se ve el escenario de Ezeiza y al charrúa le calza bien el traje de protagonista.