Central quedó a mitad de camino. Viajó a La Plata a buscar un triunfo, pero se debió conformar con un empate ante Gimnasia por 1 a 1. Sin jugar bien, el equipo del Patón Bauza cosechó una igualdad que le dejó sabor a poco debido a que el local consiguió el empate con un penal dudoso. Y aunque no logró sumar de a tres, logró cortar una racha de dos derrotas consecutivas.
Los primeros minutos mostraron un partido trabado. Disputado en la mitad de la cancha y sin llegadas de peligro. Pero en ese tire y afloje el que salió mejor plantado fue el Lobo. Es que de a poco empezó a inclinar la cancha a su favor y generó riesgo cierto sobre el arco del arquero Ledesma a través de la pelota parada.
Durante la primera hora de juego el equipo canalla quiso pero no pudo. Intentó, pero no le salió. Principalmente porque no encontró su juego, y perdió la pelota rápidamente. Esta situación hizo que el equipo del Patón se vea obligado a jugar cerca de su arco.
Así, el local se convirtió en el protagonista del partido. Monopolizó la pelota y se instaló definitivamente en campo rival. Pero todo cambió a los 37'. En una jugada aislada. En la primera de peligro del canalla. Una falta sobre el área y una brillante ejecución del Colo Gil hicieron que el partido tome un rumbo que, hasta ese momento, parecía inesperado.
El gol rompió el desarrollo del partido. Lo reseteó. Por eso los últimos minutos del primer tiempo mostró a dos equipos tratando de imponer su juego, pero sin lograr hacerlo.
El arranque del complemento fue un cimbronazo. Porque en la primera jugada el delantero Santiago Silva cayó en el área y el árbitro Fernando Espinoza no dudó en cobrar penal. La decisión fue polémica. El propio atacante se hizo cargo de la ejecución, y estableció el 1 a 1.
El trámite del partido volvió a estar marcado por la fricción. Así, los dos sólo lograban llevar peligro a los arcos con la misma arma: la pelota parada.
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Central siguió intentando. Con la pelota abajo de la suela y el juego asociado, comenzó a crecer y a instalarse más cerca del arco de Alexis Arias. Pero no tradujo su mejora en jugadas de peligro. Porque no encontraba la manera de ingresar al área del Lobo y caía en la reiteración de centros cruzados.
Los restantes minutos del partido no entregaron demasiado. Mostró a dos equipos yendo para adelante con más amor propio que ideas. Con un empuje que nunca fue acompañado por el criterio. Y cuando esas ecuaciones predominan, generalmente la pelota no se acerca a los arcos.
Así llegó el pitazo final. Con dos equipo que intentaron torcerse el brazo a la fuerza. Y ninguno pudo prevalecer con ese argumento. Entonces, el desenlace fue el esperado. Dividieron puntos.