Evaluar cada puesta en escena de Central en este momento requiere de un análisis signado estrictamente por el resultado. Hoy la ecuación es simple: si no se gana, no sirve. Pero en esto de mantenerse en carrera también tallan otras cuestiones. Porque una cosa es ganar a los ponchazos y otra lograrlo con la claridad y la contundencia con la que lo hizo. ¿Por qué se hace referencia a esto? Por la sencilla razón de que la recta final requerirá un sustento futbolístico para apuntalar los resultados que se necesitan. Un contundente 2 a 0 frente a Atlético Tucumán para atrincherarse, mantener la guardia alta y seguir soñando.
En medio de un cuadro de situación donde la tranquilidad no existía, Central pisó fuerte. Es que un empate ya lo hubiera dejado afuera de toda lucha. De allí la real valía de una victoria que se comenzó a gestar desde el primer minuto y que nunca presentó fisuras hasta el pitazo final de Vigliano.
La concentración y el orden fueron las banderas de un funcionamiento convincente. Apenas alertado por ese zapatazo de Battaglia (4’) que Broun mandó al córner. Pero fue lo único de un Decano al que le costó una enormidad encontrarle la vuelta al partido. Simplemente porque Central no lo dejó. Es que cuando los canallas se decidieron imponer las marchas que el encuentro requería, la carrera comenzó a tener un claro conductor.
Las aproximaciones al arco Atlético no tardaron en llegar, pero se imponía una mayor fineza en el último toque. Y en eso colaboró la última línea tucumana. Porque en una torpeza tan grande como el Gigante de Páez e Ischuk, Medina alcanzó a poner la punta de su botín para abrir el partido y hacer que el equipo suelte lastre.
Con otro escenario las cosas no cambiaron. Ni en ese primer tiempo en el que también hubo un remate de Rivero contenido a medias por Ischuk (32’), un desborde de Medina que no pudo terminar en la cabeza de ninguno de los tres hombres que venían por el centro del área (37’) y un cabezazo de Valentini que se fue cerca del palo izquierdo (46’).
Las grandes incógnitas se abrieron cuando Vismara debió dejar la cancha por una lesión en la rodilla izquierda (ver página 4), pero el andamiaje colectivo no se resintió. Sí se salió a jugar el complemento unos metros más atrás, esperando la respuesta de los tucumanos, que nunca llegó. Por eso Central, además de seguir controlando el partido, se animó a ir por más. Con un Medina incisivo, el canalla fue por la tranquilidad. Y la encontró después de una corajeada de Lazo que Toledo cerró con un pase a la red tras el rebote de Ischuk.
Final de una historia con muchos minutos por delante. Porque sólo el remate de la Pulga Rodríguez que Broun tapó a medias y pegó en la base del palo izquierdo aceleró un poquito el ritmo cardíaco. El resto: solvencia, control de balón e inteligencia para hacer de este equipo una central de resistencia.
Lazo debutó con la camiseta auriazul
Lucas Lazo, de 22 años (31/1/89), debutó con la camiseta auriazul al reemplazar a Vismara y cumplió. Jugó en su puesto de volante por derecha y su principal acción fue su remate que derivó en la conquista del segundo gol. En la última temporada fue campeón con la 1ª local en la Rosarina y en inferiores marcó 16 goles en 64 partidos.