Todos los partidos tienen un tinte especial. En esta carrera de la Superliga, en la que Central recién está carreteando, la cosecha de puntos resulta indispensable. Porque el fin es acumular pensando a futuro y luego no padecer de la crisis que se instalará en los momentos decisivos. Esos que determinarán los que pasarán a jugar otra categoría. Colón es uno de los rivales directos, al menos de los que también están inmersos en esta situación de la búsqueda de la salvación, por eso este tipo de partidos son considerados de “seis puntos”. Como lo era el de la semana pasada con Patronato y donde el canalla pecó en la falta de definición y regaló unidades de oro. Pero en el medio de esta premisa fundamental pasaron y pasan cosas en el medio que desviaron la atención. Porque aquella medida adoptada por el plantel auriazul hace una semana de no concentrar en reclamo de atrasos en los pagos dejó secuelas y obligó a los directivos a vender con urgencia a Maximiliano Lovera al fútbol griego, más precisamente a Olympiacos. ¿Por qué? Para tener en caja el dinero necesario para pagar las deudas y poder llegar a fin de año sin demasiados sobresaltos. Al menos desde lo económico.
Mucho se habló, precisamente, sobre el fin de semana pasado y hubo resabios de lo sucedido a lo largo de esta previa frente al sabalero por ese tema. Y más allá de que el dinero apareció hubo una herida que por más que se intente curar y se logre hacerlo dejó una cicatriz importante. Lo que, además, generó un ambiente de mayor exigencia externa, la de la gente. Esa que entiende que cualquier demanda es entendible porque hay contratos firmados por los que conducen la entidad, pero ese mismo entendimiento merma si los marcadores son adversos. Porque en definitiva en el fútbol los estados de ánimo y las sentencias se modifican de acuerdo a ese señor resultado. Nada nueva y que siempre pasó en este deporte.
Central ahora transita por ese camino empedrado donde una mala pisada lo puede dejar lastimado. Hasta el momento Diego Cocca logró modificar lo que fueron sus primeros partidos como entrenador en el campeonato pasado, donde no hizo pie y le salió casi todo mal, incluso trastabilló rápido en la Copa Libertadores que tanto había luchado para jugarla. Hoy en base a triunfos y empates logró que aparezca una mirada un tanto más optimista, además de disimular los conflictos internos o desinteligencias que pueda tener con el grupo.
Lo cierto es que para Central la presentación en el Brigadier López no será uno más. Por todo lo expuesto anteriormente y las necesidades que lleva consigo, sino para volver a pegar el salto en la tabla de posiciones. Pero, sobre todo, en la de los promedios. El canalla tiene prácticamente la obligación de dejar atrás los dos empates consecutivos y regresar al camino de los éxitos, más aún pensando en la semana especial que se vendrá con el clásico de por medio. Un duelo que siempre deja a alguien lastimado ante un marcador adverso de cara al futuro.
Siempre hay un antes y un después de esa contienda. Cocca lo sabe más allá de que todavía no haya vivido este duelo eterno.
Hoy el foco de atención se focalizará en el encuentro y todo lo sucedido en la semana quedará guardado en el vestuario. Y así permanecerá mientras el tanteador sea positivo, caso contrario emergerá ante cualquier caída que alimente a los fantasmas pesimistas. Como sucede siempre dentro del fútbol.
El canalla transita dos realidades bien marcadas. Por un lado está la futbolística, donde el equipo no perdió y está metido en el lote de los de arriba. Pero hay otra más compleja que generó rispideces entre directivos y futbolistas, que motivaron la intervención de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) para acercar las partes y empujaron a transferir de urgencia a Lovera (el DT sabía que a alguien el club debía vender y por eso llegó Gamba). Y eso motivó, como lógica consecuencia de hechos desesperados, otro suceso y/o enojo. Que Diego Cocca pensara en algún momento en dar un paso al costado, algo que al final no ejecutó para seguir dando pelea junto a los futbolistas en esta misión de permanencia en primera división. Al menos eso es lo que resaltó en la conferencia de prensa del viernes en el predio de Arroyo Seco.
Por estas horas todo está calmo desde ese aspecto porque los cheques aparecieron y se acreditaron las transferencias realizadas a las distintas cuentas bancarias de los futbolistas. Al menos eso es lo que se informó.
Colón es el presente en el arranque de la mañana dominguera y como insisten todos los protagonistas la mirada no debe desviarse. Y está bien que así sea porque hoy debe aprovecharse de un rival que focalizó su objetivo en la Sudamericana y en el torneo doméstico viene golpeado y a los tumbos. Una buena oportunidad para renovar votos de confianza.