Si lo de Unión fue un envión importante, después de la victoria contra Huracán la robustez de la confianza trepó unos cuantos escalones más. Desde esa base anímica más que futbolística Central se prepara para salir otra vez al ruedo, para lograr lo que hasta aquí se le hizo como una especie de costumbre: el triunfo. El gusto que le agarró el equipo de Leo Fernández a esta seguidilla de buenos resultados es inocultable, pero con cada peldaño que suba las obligaciones también se verán potenciadas. Esa clarísima escalada puso al canalla a tiro de la zona de clasificación a Copa Sudamericana y a partir de ahora ese será, lisa y llanamente, el principal y gran objetivo hasta el final de la Superliga. Si con el correr de los partidos se da cuenta que puede aspirar a un poquito más (Copa Libertadores) será otro cantar, pero pensar en eso hoy es un ejercicio que está más emparentado con la utopía.
Después de los resultados obtenidos la presencia de Olimpo podría ser catalogada como un obstáculo de muchas menos incomodidades que los rivales hasta aquí sorteados, pero abrazar un comportamiento de soberbia es lo peor que podría realizar el canalla. La soberbia lleva a eso, a darse de frente muchas veces con la realidad. La referencia se hace porque casi todos los rivales que hoy animan la Superliga fueron víctima del equipo auriazul.
De igual forma, si hay algo que tiene este equipo y que los protagonistas cultivan en el día a día es el bajo perfil. Es que los buenos resultados llegaron en el último tramo del torneo, tras lo que fue el cambio de entrenador y si bien es muy bueno lo cosechado, todavía la campaña sigue emparentada con la medianía.
Hay una coraza en la cual hoy Central puede escudarse, sustentada por esos 16 puntos sobre 21 posibles que aparecieron desde la llegada de Leo Fernández. Pero la ecuación es más numérica que otra cosa. Desde el juego hay todavía un salto de calidad que sigue pendiente, pese a que la búsqueda es intensa. Pero, se sabe, siempre es mucho más sencillo alcanzar ese nivel óptimo de rendimiento cuando los resultados acompañan. Y si algo tiene el canalla por estos tiempos es una capacidad de haber estrechado lazos de confraternidad con esos buenos resultados.
El mal de ausencias aún sigue siendo una piedra en el zapato para Leo Fernández y sus colaboradores. La gran noticia para ellos es que, pese a la falta de material para sentirse en plenitud, las pruebas se fueron superando con lo que había a mano, lo que habla de una muestra más de capacidad para amoldarse a los contratiempos.
Hace un par de meses era todo desconcierto, preocupación y un mar de dificultades en medio de esa intención de aclarar el panorama. Lejos está este equipo de poder relajarse y tirar manteca al techo. Fueron apenas algunos pasos en firme que se dieron y que sirvieron para volver a creer. Pero desde la tranquilidad que se ganó en los últimos partidos comenzó a ser ese aliado ideal para potenciar el crecimiento.
Ahora la zanahoria que se persigue en la clasificación a la Copa Sudamericana 2019. Central la tiene cerca. Al menos muchísimo más cerca que aquel momento en que Montero daba un paso al costado. Y a ello está obligado a apuntarle el canalla. Sabiendo que tiene una infinidad de cosas para pulir, pero entendiendo que con la remontada sola no alcanza, que de aquí en más hay un largo trecho por recorrer y en el que tiene la obligación de no detener su marcha. Olimpo, uno de los equipos más flojos del campeonato, es el rival que se le opondrá y al que debe hacerle sufrir sus propias deficiencias futbolísticas. No lo logrará a través de un acto de soberbia. Sí posiblemente le alcance con la bandera del compromiso y el convencimiento que se izó por primera vez ante Talleres en el Kempes, y que a partir de ahí, como pudo más que como quiso, logró hacer flamear.
Con diferencia mínima logró una cosecha máxima
Con un 1 a 0 al Central actual le alcanzó para cosechar los tres puntos en las últimas tres presentaciones en el Gigante de Arroyito: Boca, Newell's y Unión. Un dato importante porque también marca que al equipo no le convierten. Claro, esto con la conducción técnica de Leo Fernández. Justamente lo contrario a cómo venía el equipo de la mano de Paolo Montero en la Superliga, porque se había quedado con las manos vacías en los tres anteriores cotejos (0-1 con Atlético Tucumán, 1-3 ante Argentinos y 0-4 frente a Banfield). El único punto que había sumado con el DT uruguayo fue en la 2ª fecha con un 0-0 frente a San Lorenzo.