Sentirse dueño de algo conlleva un ejercicio simple y claro: trabajar para conseguirlo o merecerlo. Que Central deambule hoy por la mitad de la tabla, sin pegar el salto de calidad que se requiere para apropiarse de ese rótulo de protagonista, es una conjunción de muchos elementos, cuya consecuencia es la limitación propia de un equipo que indudablemente tomó por el camino equivocado. Aliviar la situación un fin de semana para al siguiente volver a foja cero no sirve. Y este equipo anda en eso. Pone en marcha el motor pero se olvida de cargarle nafta y así el tránsito de la calma es escueto. Hoy está demasiado lejos de ser (y sentirse) ese patrón con la capacidad de pisar fuerte donde se le ocurra. Patronato (le ganó 2 a 1) volvió a ponerlo en caja y ahora debe empezar de nuevo.
Esa idea de acercarse a los de arriba continúa latente pero sin concretarse. Y así será hasta que el juego no siente las bases para el crecimiento. Al menos de un crecimiento serio.
Esta historia tal vez pueda contarse arrancando por el final. Desde que Maglio adicionó cuatro minutos, Central no tuvo la capacidad de rematar al arco aunque sea una sola vez. Todo fue pelotazo a los lungos de arriba para ver si se podía ganar un rebote y generar algo. Claro que a esa ceguera futbolística no se llegó por casualidad, sino que fue el fruto de muchos minutos anteriores en los que las debilidades defensivas, la liviandad del mediocampo y la ineptitud de tres cuartos de cancha hacia arriba jugaron un papel clave.
La intención, al menos al comienzo, fue buena. Se intentó llevar la pelota de manera prolija, aun sin pesar demasiado en ofensiva. El tema es que de a poco el equipo se fue desinflando y haciendo inseguro, sobre todo cuando Leonardo Acosta tomaba el balón y encaraba, tanto por derecha como por izquierda. Por eso el delantero estuvo cerca de convertir a los 13’ y 18’, al igual que Ramiro López, a quien Ferrari le ahogó el grito de gol enviando la pelota al córner. ¿Central? Sólo un tiro libre de Yacuzzi, a los 2’, que se fue cerca del ángulo. ¿Hace falta ahondar en el tema de la liviandad como equipo?
Encima, cuando el primer tiempo se moría alguien dejó a Andrade solo para que el defensor pusiera en ventaja a Patronato. Saque desde el medio y final de la primera etapa. Un verdadero mazazo que modificó la hoja de ruta. Porque Central tuvo que mostrar más decisión y eso lo llevó prácticamente a inmolarse con cada ataque del local. Es que las grietas en el fondo fueron cada vez más grandes y por eso cada vez que la pelota pasaba por los pies de Acosta, Carrasco o López se olfateaba sentencia. Así apareció Acosta, a espaldas de Yacuzzi, para empinar aún más la cuesta.
Ese gol llevó a Patronato a refugiarse más todavía y la pelota quedó en poder de Central, que la manejó casi siempre pero sin lastimar. El descuento de Méndez fue un hecho aislado entre tanto pelotazo largo, frontal y anunciado.
Y llegaron los cuatro minutos de adición sin que Central generara peligro. Y se fueron 90 minutos en los que la involución futbolística volvió a hacerse carne. Y se fue un partido en el que lo que quedó claro es que a este Central todavía le falta para patrón.
Pierde afuera
La de ayer ante Patronato fue la tercera derrota consecutiva del canalla jugando afuera del Gigante. Antes había perdido ante Banfield 2 a 1 en el sur del conurbano bonaerense y luego 2 a 0 cuando visitó Bahía Blanca y no pudo con Olimpo. Ayer la historia se repitió en Paraná. La única victoria auriazul de visitante fue en el 2 a 1 ante Boca Unidos en Corrientes. Muy poco para aspirar a ser protagonista.