Es imposible poner el ojo en la previa del partido de esta tarde ante Tigre sin mencionar el antecedente más reciente de Central en la Superliga. Los 90 minutos contra River pusieron al canalla en un terreno de grandes expectativas. No porque del resultado de hoy dependiera para encaramarse en la punta. Ni siquiera dar un paso importante de cara a la clasificación de las copas internacionales. Nada de eso. Las esperanzas que renovó el equipo del Patón Bauza el pasado jueves en el Gigante tienen que ver con las posibilidades que se le abrieron para lograr la primera victoria en el torneo. Porque ahora sí es tiempo de darles la espalda a los engaños para descubrir las reales obligaciones. Hasta acá parece haber llegado Central en esto de intentar y no poder, con actuaciones deficientes en algunos casos y convincentes en otros. Pero el final, amén de las sensaciones, fue similar siempre. En la previa del quinto partido del año Central camina ya decididamente de la mano con las obligaciones. Hubo una derrota y tres empates, pero la historia de hoy inclinará definitivamente la balanza. Tres puntos servirán para ponerle cierto decoro al reinicio de la competencia. Uno o nada opacarán esas buenas intenciones que lucharon cuerpo a cuerpo con resultados poco convincentes.
Una derrota que dolió. Quizá no haya hecho tanta mella por haberse tratado del primer partido oficial después de lo que fue la consagración en Copa Argentina, pero el rendimiento del equipo se aisló bastante de lo que pretendía el Patón, al menos en ese primer tiempo en el que el Globo le marcó diferencias futbolísticas notables. No le alcanzó la levantada del complemento para torcer una historia que había arrancado demasiado torcida para el canalla. La apuesta por el recién incorporado Jarlan Barrera no alcanzó y encima la infantilidad de Néstor Ortigoza no sólo dejó con uno menos al equipo en ese partido, sino que privó al Gordo de estar en los dos encuentros posteriores, entre ellos el clásico. Un arranque muy por debajo de las ambiciones.
Un punto mucho más intrascendente que significativo. Los nombres de uno y otro equipo ponían a Central un par de escalones por encima del Tiburón de Mar del Plata, por eso el sabor amargo del empate. A ese Central le sobraron ganas y empuje, pero le faltó la cuota de fútbol necesaria como para hacer pesar, entre tantas cosas, la localía. Zampedri participó en la mayoría de las situaciones, pero a la falta de juego el equipo le agregó mala puntería. Estaba el condicionante de que se trataba de la previa del clásico, con todo lo que eso implica, pero los trazos en la columna del debe fueron muchos más pronunciados que los del haber. Esta vez no fue derrota, pero el punto fue tomado como algo insignificante en medio de ese despegue que nunca llegó.
Newell's (0-0)
Un partido aparte, como siempre. El capítulo sobre la necesidad de ganar parecía no estar escrito en el nudo de la historia de 2019. Con una táctica súper conocida, Bauza armó una estrategia especial. Le dio pelota y terreno a Newell's para que lo atacara e hiciera el gasto. De acuerdo a lo pensado en la precia, el Patón fue uno de los grandes ganadores del clásico, más allá del empate sin goles. Porque su equipo debió haberlo ganado por la cantidad de situaciones que generó en el tramo final del partido. Es que cuando la Lepra se cansó y se quedó definitivamente sin ideas, Central apostó todo a ganador. Sólo que se decidió muy sobre el cierre del partido. Mereció mejor suerte, pero el empate no le cayó mal. El punto conformó.
River (1-1)
Claramente el empate con las mejores sensaciones. El haberle jugado de igual a igual (el equipo millonario estuvo más cerca de la victoria) al cuco del fútbol argentino puso al equipo en otra dimensión. Otra vez el Patón pensó un partido especial, en función del rival, pero el atrevimiento fue toda una novedad. Ofensivamente se trató de la mejor puesta en escena del canalla desde que Bauza tomó las riendas del equipo. Sin dudas muy superior que a los seis partidos que llevaron al canalla a la consagración en la Copa Argentina. Todo resaltó por la jerarquía del rival. Tan frescas están esas imágenes que los hinchas irán hoy al Gigante ilusionados con que esa forma de jugar debió haber sido el puntapié inicial para lo que debiera ocurrir hoy ante Tigre: empezar a ganar.