Un clásico. Noventa minutos de adrenalina pura. Intenciones que plasmar con una pelota rodando en medio de tanta tensión. Sólo algunos de los ítems que rodean y forman parte de un partido de semejante envergadura, en el que ¿es posible llevar adelante algunos de los comportamientos que forman parte del ADN de un equipo? Toda una incógnita. Igual, las especulaciones nunca están de más. También forman parte del juego. Y si de especulaciones se trata, Rosario Central encuentra en su foja de servicios un argumento más que valedero a partir del cual alimentar la ilusión. El Canalla es hasta aquí, junto con River, el mejor equipo del torneo en condición de visitante, lo que lo pone al reparo de un paraguas protector, del que también forma parte su presente futbolístico, forjado precisamente en gran parte por ese buen andar que viene demostrando cada vez que le toca salir de Arroyito. Y el domingo irá al Parque. Por supuesto que el pensamiento tampoco debe ser tan lineal. Es que lo que se avecina es nada menos que un clásico, cuando los músculos suelen contraerse más de la cuenta.
Esta bandera que Coudet y sus jugadores pueden levantar con cierto orgullo no es otra cosa más que el producto de una intención y una postura sobre la que se viene machacando desde que el Chacho tomó las riendas del equipo.
La pregunta que cabe en este caso en particular es si podrá hacer gala de esos atributos justamente en un clásico. Porque acá cuentan no sólo ciertas virtudes futbolísticas, sino la templanza y la entereza anímica a la que cualquier jugador se expone a la hora de afrontar este tipo de compromisos. Ni hablar de que los Newell’s-Central (dicho por todos y cada uno a los que algunas vez les tocó jugarlo) encierran una carga de adrenalina extra.
¿Es posible analizar por qué a Central le va bien de visitante? Tranquilamente. Entre tantos factores hay uno que indudablemente le sienta bien, que es la comodidad que le genera cuando el rival sale con mayor decisión a buscar el partido, sobre todo teniendo en cuenta que de mitad de cancha hacia adelante el Canalla cuenta con jugadores rápidos, escurridizos y con capacidad de desequilibrio en el mano a mano.
Es cierto que de los nueve rivales que enfrentó fuera del Gigante sólo dos (Racing y River) fueron de los denominados grandes y que con uno de ellos perdió (ante el millonario), pero la virtud de gozar hoy con el galardón de ser junto a River uno de los dos mejores en condición de visitante está y tranquilamente podría ser tenida en cuenta.
De esos nueve encuentros afuera, el equipo de Coudet ganó 5, empató 3 y cayó en una sola oportunidad. Obtuvo 18 puntos sobre 27 posibles, con una eficacia del 66,6 por ciento. Además de Racing y River visitó a Crucero del Norte, Olimpo, Atlético de Rafaela, Defensa y Justicia, Estudiantes, Nueva Chicago y Aldosivi.
Coudet entiende que su equipo tiene una manera de jugar establecida y que no hay nada que deba llevarlo a cambiar los postulados futbolísticos. Y hasta el momento hay una serie de resultados que no hacen otra cosa que darle la derecha, siempre atendiendo a que el DT canalla trabaja mucho los movimientos puertas para adentro, pero que tiene un monitoreo fino de los desplazamientos del que se le ponga enfrente.
Hoy los sentidos deben estar más predispuestos que nunca porque, se insiste, el rival es nada menos que Newell’s. Pero al menos en la previa tanto el técnico como los jugadores saben que viajarán al Coloso con ese respeto acaudalado que supieron forjar y alimentar en prácticamente todas las excursiones. Los nervios esta vez podrían llegar a jugar una mala pasada, pero en lo futbolístico reposa la tranquilidad con la que se puede afrontar semejante desafío. Por más que Arroyito le quede lejos.