A Central no se lo comió el Lobo. Se lo comieron los nervios, su impericia y los viejos fantasmas.
Chocó contra el muro de sus lamentos. Justo en La Plata se quedó seco, sin reacción frente a un
cachetazo de vestuario. El envión anímico que había instaurado el ciclo de Madelón desde su arribo
cayó en saco roto en la primera excursión de visitante y se ubicó como una postal sepia de un
inicio que no supo aprovechar. Los esbozos del Apertura y las interesantes insinuaciones ante Boca
no fueron capitalizadas y la expresión colectiva no se pudo consolidar, ni transformar en puntos de
valía. La derrota 2 a 0 ante Gimnasia duele, y mucho. Por inesperada. Por el pobre nivel del rival.
El saldo para los canallas quedó en rojo, la angustia sigue de promoción y se reavivan algunas
señales de alarma que parecían controladas.
Dos minutos duró la ilusión. Muy poco. Las ambiciones se escaparon entre
los dedos por fallas propias. Otra vez, como en los no tan viejos tiempos, las desconcentraciones
volvieron a jugar una mala pasada. Ni los cuatro marcadores centrales que plantó Madelón pudieron
detener la entrada de Civelli tras un córner. Eso dio vuelta la historia del partido. El banquete
quedó servido para el dueño de casa que obligó a su invitado a hacer el gasto y lo expuso con el
correr de los minutos.
Ese golpe de nocaut dejó perplejo a Central, que trató de hacerse fuerte
a través de la posesión del balón pero no conseguía herir al enemigo. El marcador adverso lo
desnudó. Evidenció que existen limitaciones individuales y colectivas, que ayer no apareció un
libreto de juego asociado y tampoco el Kily se acordó de ponerse el traje de superhéroe.
No hubo fallas de actitud. Los grandes, los no tanto y los pibes dejaron
todo. Eso levanta más las incógnitas. La producción sugiere que a Central le queda incómoda la
mochila cuando se le llena de obligaciones. Cuando sabe que está ante una presa alcanzable, no
termina de afilar sus garras para dar el zarpazo. Parece que le cuesta mucho despegar del grupo de
los que sufren. Sigue en el fondo de la tabla de los promedios.
Ante la dolorosa pobreza de Gimnasia quedó expuesto, más allá de lo que
exprese Madelón, que esta versión canalla no tiene tanto recambio. Central no es más ni menos que
nadie y las cuestiones anímicas aún no encuentran un enlace sustentable con los resultados.
El complemento fue una mueca de ceguera e inoperancia. No aparecieron nombres desde el banco,
el calor derritió en chatura un partido más que olvidable y Central se desvaneció sin ideas. Más
cuando Costa la perdió en una salida y ese nuevo error se convirtió en el gol del recién ingresado
Juan Cuevas. Fue el de la demolición. De esta manera, Central se fue con la cabeza baja y lleno de
preguntas. No dio la talla y preocupa.