Ver para creer el arranque de torneo que Central está metiendo. Nada que desvíe el objetivo ni interponga premisas que hoy todavía asoman como lejanas, pero sí que sirve para seguir oxigenando. Con errores, con culpa, con progresos, pero ante todo con una convicción enorme Central va adelante. Y posa la vista al frente. Sabiendo en lo más íntimo que hasta que los números no terminen dándole la derecha el recorrido aún no habrá llegado a su fin. Pero el ir no es poca cosa. Ayer tuvo de todo frente a Gimnasia, pero lo que más terreno ganó fue ese amor propio con que se debe contar para las grandes batallas. Victoria a todas luces en el Gigante por 3 a 1 para encaminar un rumbo saludable.
Si de meterle un ritmo frenético al partido se trata, Central está mandado a ser. Claro, primero está esa siesta que se está acostumbrando a dormir en los primeros minutos. Porque entró dormido y lo abofetearon. Es más, pudo pasarla mucho peor si Gimnasia hubiese tenido algo más de puntería o serenidad en esos minutos de desconcierto del fondo auriazul.
El remate cruzado de Matías García luego de ganarle la espalda a Lazo a los 6', fue un alerta importante, el primer eslabón de una cadena de desaciertos y desatenciones por parte de un Central que lucía desorientado, desbalanceado e inofensivo. Con los circuitos en corto. Así el Lobo se le metió un par de veces más con pelota dominada dentro del área.
No obstante, de a poco Central le fue tomando la mano al partido, justo cuando sufrió la baja de Hernán Encina. Pero el ingreso de Acuña le dio más pimienta al mediocampo, más allá de que el empate llegó de pelota parada. Con un frentazo formidable de Donatti tras córner de Delgado (25') .
A partir de allí, el vértigo. De un lado y del otro. Es que llegó el zapatazo de Carrizo desde afuera que tapó Monetti (26'), el remate a quemarropa de Nery Domínguez que el uno mandó al córner, el cabezazo de Correa desviado cuando la pelota ya había superado la línea de Caranta (39'), el primer claro penal de Oreja y el terrible zurdazo de Delgado que Monetti resolvió magistral otra vez (42').
Con un manojo de delanteros en cancha, algunos de ellos cumpliendo otra función, Central salió decidido a ir para adelante en el complemento, con Medina por Méndez. El segundo penal de Oreja, Beligoy tampoco lo vio y por eso el esfuerzo de Central tuvo que ser más grande para torcer el partido a su favor. Y lo logró por medio de Carrizo (19'). Acuña trasladó por izquierda, toque a Delgado, alargue para Castillejos, el cordobés se la dejó servida para la entrada de Pachi, quien le dio con sutileza, contra el palo izquierdo de Monetti que nada pudo hacer.
Central fue por más, pero Gimnasia de a ratos lo obligó, como con ese cabezazo de Coronel y aquel terrible zapatazo de Mussis, bien resueltas por Caranta. Pero el Canalla tenía todavía otra bala. Sobre el cierre, para encender las bengalas y la ilusión: Carrizo corrió en la contra y habilitó a Acuña, que le prendió cartucho con ese remate fulminante, al ángulo.
Y así se fueron otros 90' intensos, como lo propone Central, pero con un sabor especial. Con aromas que emparentan esta versión 2014 con la sapiencia de saber reponerse a los momentos adversos, pero sobre todo con la claridad de sus convicciones.