Una inercia de turbación acompañará a Fernando Zampedri cuando esta noche asome su humanidad por el túnel que lo depositará en el césped del Gigante. Es que la frustrada venta a Independiente no sólo lo ubicó en el centro de la escena de un conflicto entre él y el hincha de Central, sino que abrió todavía más la grieta dirigencial que generó este tema. Porque ya no hay margen para que los dirigentes se hagan los distraídos. Todo el mundo sabe que si fuera por el presidente Rodolfo Di Pollina lo hubiera transferido para oxigenar la tesorería del club. Mientras que el vicepresidente Ricardo Carloni se oponía terminantemente a que se aceptara la oferta del Rojo a horas del cierre del libro de pases y menos sin el sustituto ya abrochado. Seguramente ahora todos saldrán a desmentirlo o harán la fácil de pegarle al mensajero, pero Carloni pensó en dar un paso al costado si Zampedri se vendía el jueves. En el medio de todo esto quedó atrapado en una encerrona el propio delantero. Porque en el comunicado que emitió el jueves para explicar por qué no se iba a Independiente, le decía a la gente que se iba a matar por la camiseta pero que supiera que se quedaba en Central a disgusto. Que el deseo de él era priorizar lo económico para asegurar el futuro de su familia. De ahí que está noche todos los ojos estarán depositados en él y habrá que ver cuál es la reacción del hincha de Central. Habitualmente el humor de la masa no suele ser indulgente con este tipo de situaciones. Igual, Zampedri no se quedó en Central para jugar gratis. Todo lo contrario. Tiene uno de los contratos más altos del plantel pese a que dijo que recibió una negativa de la dirigencia para que le mejoraran el contrato cuando el miércoles se dirigió hacia la sede social de calle Mitre, junto a su representante Gabriel Federico.