Imprecisiones. Desconcierto. Nada de orden. Menos progreso. Central rescató un punto frente a un Huracán que no le viene haciendo daño a nadie. Quizá, no le hubiese dolido perder si le tocaba porque por sus venas fluyen otras necesidades a corto plazo. Y será vencer como sea a Boca por los cuartos de finales de la Copa Argentina. No sólo porque está urgido de meterse entre los cuatros mejores sino porque el cuerpo técnico puede colapsar en Córdoba dentro de tres días si el resultado es adverso. Sin dudas, en Arroyito se viven horas de tensión. Sólo un triunfo ante el xeneize puede calmar un poco las agitadas aguas. Vaya presión que tienen los integrantes del plantel de ahora en más.
Era una gran posibilidad de que derrapara en Parque de los Patricios. Central optó por apostar a muchos jugadores que no vienen teniendo pista ni regularidad cuando les toca asumir el rol de protagonistas excluyentes. No le fue mal. Tampoco bien.
Sobre todo porque no ofreció muchas señales positivas. Coudet anduvo a grito pelado en gran parte del juego. Quizá más de lo habitual en una clara sensación de inestabilidad. Pero ayer colaboró para que no le vaya bien. Al menos desde el marco teórico. Porque cajoneó los mejores nombres para lo que vendrá.
Por ahí pensó que alguno podría mancarse. Pero podría haber puesto toda la carne al asador si así lo hubiese deseado de corazón. Obvio que con la apuesta escénica que plantó no flasheó a ninguno de los que estuvieron presentes en el antiguo Ducó. Quizá tampoco a quienes lo siguieron por televisión. El empate, si se tiene en cuenta que venía de perder el clásico y sumar poco cada vez que salió del Gigante, tiene un gusto dulce.
No obstante, ahora el chip es otro. Boca es la próxima estación. El próximo gran desafío personal. No sólo del Chacho sino también de los jugadores, quienes saben que si no pasan a semifinales se quedarán sin entrenador porque fue el mismo Coudet quien se puso plazo tras el cachetazo en versión leprosa. Por las dudas, puertas adentro del club tienen abiertos los paraguas.
Claro que en Córdoba todos apuntarán a clasificar. Ninguno quedará pegado. Más aun porque como dicen los jugadores en la intimidad, se jugarán el año deportivo. Sí, parece desmedido pero es la realidad. Fueron ellos quienes pusieron la vara muy alta. Son ellos quienes no vienen bien. Sea cuerpo técnico como jugadores por cierto. Pero a la vez son ellos los que tienen las herramientas como para solidificar un poco este proyecto que tiene al Chacho como cabeza de grupo.
El tiempo dirá hasta cuándo estará. Si ante Boca. O luego, en semifinales frente a Belgrano. O tras una ilusionada final. O hasta con un hipotético título bajo el brazo. Pero parece claro que de diciembre no pasa.