Qué caro le costó a Central haber entrado dormido. Porque en los primeros 20 minutos hipotecó el partido y quedó 0-2 abajo en el marcador dando todas las ventajas posibles. Tuvo un arranque fallido, errático, muy flojo. Claro que después reaccionó, fue al frente, tuvo coraje y tras el empate de Franco Niell en el cierre de la etapa inicial, en el complemento estuvo muy cerca de alcanzar la igualdad. Pero falló chances clarísimas, netas de gol y en una contra sobre el epílogo volvió a quedar a contrapierna y el Lobo clavó el 3 a 1 definitivo. Lapidario. Central se fue sin nada del bosque. Con la bronca de haber cometido errores garrafales en las dos áreas y por eso sumó su segunda derrota en cadena. No hay que entrar en pánico, ni ver oscuro el horizonte, sí ocuparse en ajustar la concentración atrás y afinar la puntería arriba. La historia recién empieza.
El primer tiempo fue intenso y con un inicio de terror para Central. Porque el Canalla entró dormido, estático y desconcentrado. Tantos adjetivos negativos explican por sí solos que un equipo pueda recibir un gol en apenas 37 segundos de juego. Una grieta se abrió en el sector izquierdo de la defensa y allí se filtró Facundo Pereyra, quien sacó un centro fuerte al medio y ante el asedio de Rasic el Loncho Ferrari la terminó metiendo contra su arco. Antes del minuto, Central debió sacar del medio ante la incredulidad de Russo y compañía.
Pero el desaguisado no terminó allí. Central daba todas las ventajas y perdía por escándalo en todos los duelos de pelota dividida. El Lobo estaba muy cómodo y se animaba a ir por más. Otra vez la derecha del ataque tripero hizo estragos. Salió el centro de Ignacio Fernández, la bajó por el otro lado Matías García y entró solo el gigante Rasic para estampar el segundo, previo roce en Peppino. Los de Central miraban, no marcaban y el resultado se hizo cuesta arriba: 0-2. Recién en los últimos 15 minutos de la etapa hubo una reacción auriazul. Central se adelantó y puso en aprietos a la última línea tripera. Lagos bajó al medio un centro desde la derecha y Niell metió una definición magistral para acortar la distancia y meter a Central en partido. Antes del final de la etapa Nery Domínguez le dio desde afuera y el tiro se fue cerca del ángulo. Al descanso. El segundo período fue diametralmente opuesto. Central tomó las riendas del partido y buscó rebelarse en la adversidad y forzó varias veces la resistencia de Gimnasia, que estaba cada vez más atrás. Había olor a empate.
Luna (le hicieron penal) cruzó el remate ante el achique de Monetti y Barsottini en un cierre providencial sacó sobre la línea lo que era el empate. Después el Chino cabeceó apenas afuera en otra chance neta. En una contra casi lo liquida Mussis, pero falló el remate. Niell siguió haciendo de las suyas y luego de un caño a Barsottini levantó el disparo de cara al arco y sin marca.
Central ya estaba dispuesto a matar o morir. Meza de contra erró un penal en movimiento. Y luego Nacho Fernández colgó la pelota del ángulo para sepultar las aspiraciones canallas. La última le quedó al Enano Niell, pero Monetti se impuso en el duelo.
Central se fue con bronca. La autocrítica se impone. No está todo mal, pero ayer arrancó como un equipo desorientado y eso no puede volver a ocurrir. Arriba generó mucho y eso es lo positivo. Russo deberá pensar más que todos para pulir los defectos y encontrar rápido un triunfo, si es posible el sábado ante Godoy Cruz.
Un arranque en el que la defensa tambaleó mucho
Un gol a los 37 segundos tira por la borda todas las previsiones. Y también significa que los jugadores ingresaron dormidos. En el campamento auriazul machacaron durante toda la semana que este era un partido donde cada error iba a costar caro y que no se podrían dar ventajas de ningún tipo. Por eso la cara de todos cuando la pelota terminó dentro del arco de Caranta, tras un despeje defectuoso del Loncho Ferrari, cuando todavía muchos recién se estaban sentado en las tribunas. Había que remar contra la corriente de entrada nomás.
La primera media hora fue casi un martirio para Central. Porque aparecieron grietas por todos lados. Del lado del pibe Schulze y de Ferrari también. Encima los puntas ignotos del Lobo parecían traídos de Europa. Complicaban siempre. Porque Pereyra encaraba y pasaba y el grandote Rasic cabeceaba todo.
Además, los volantes auriazules estaban desorientados. Ni Lagos, ni Encina se imponían en los duelos individuales con los volantes externos del Lobo. Y para colmo Carrizo la veía pasar por sobre su cabeza y cuando encaraba también perdía.
En este escenario el Canalla tardó más de media hora en arrimar peligro al área tripera. Después la cosa cambió y en el complemento el dominio fue repartido. Y la defensa se acomodó mejor, aunque en el final del juego había demasiados espacios para la contra y Nacho Fernández clavó el tercero para el local. Central ayer pasó varios sofocones atrás y eso deberá corregirlo urgente. Tuvo un comienzo flojísimo.